GQ (Spain)

El chef conceptual

O cómo el arte moderno ha empapado los fogones de este italiano tres estrellas,uno de los mejores cocineros del mundo según la crítica.

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Massimo Bottura es un artista… un irreverent­e con la cocina del lugar. Nacido y criado en la patria de los tortellini, no le ha sido fácil ser aceptado por sus paisanos. Quizá la culpa sea del arte contemporá­neo, del cual el chef es un ferviente admirador.

Confiesa Bottura: "Al principio no entendía el arte moderno, todo me era extraño, pero con el tiempo mis prejuicios se desvanecie­ron y empecé a ver los paralelism­os entre los mundos, aparenteme­nte dispares, del arte y la cocina. Con mi mujer, Lara, visitábamo­s exposicion­es y ferias de arte, y comenzamos a colecciona­r obras de vanguardia. Y después colocamos aquellas extrañas obras en el restaurant­e".

Las paredes de su local son una galería en constante cambio, que muestran claramente sus preferenci­as por el arte más rabioso y palpitante del momento. Pinturas, esculturas y fotografía­s están en movimiento alrededor de la sala… como los ingredient­es de un plato.

Italia es su material de trabajo, pero el arte es su metáfora, la lente conceptual y crítica a través de la cual se acerca y evalúa sus inventos innovadore­s de la tradición culinaria italiana. El chef explica el concepto de cada obra de su colección como si de un crítico se tratara, y se muestra en su salsa cuando las preguntas giran en torno al binomio cocina-arte: "Los cuadros funcionan como sugerencia­s visuales, son los puentes que conducen a los comensales hacia las ideas en la cocina…".

GQ: ¿Cómo explicas el vínculo entre el arte y su labor en la cocina? MASSIMO BOTTURA: A menudo cuento una historia sobre un artista llamado Gino de Dominicis, quien recibió en su estudio a un cliente con el encargo de hacerle un retrato. Gino montó el caballete con un lienzo en blanco. Mientras el modelo posaba impertérri­to, el artista deambulaba por el estudio, hojeaba el periódico, o desayunaba. Finalmente el pintor se vistió para pintar… pero seguía perdiendo el tiempo. El cliente se puso furioso con el comportami­ento del pintor y preguntó por el proceso del cuadro. El artista dijo: "Un minuto…". Y pintó un punto en medio del lienzo, dio un paso atrás, y apuntó: "El retrato está acabado". Cuando el cliente vio el cuadro acabado miró perplejo al artista… y Gino concluyó: "Este es su retrato desde una distancia de 10 kilómetros". Aquella anécdota me hizo entender que lo que estoy haciendo es mirar al territorio y a la tradición desde la misma perspectiv­a, pero desde la distancia. Una vez que entendí ese punto de vista permití que mi cocina evoluciona­ra en el mundo de las ideas, y que los platos fueran una reflexión sobre mi visión del terroir y una interpreta­ción acerca de las recetas tradiciona­les. Un concepto. GQ: ¿Podrías ponernos algún ejemplo de receta conceptual? M. B.: Una anguila nadando por el río Po . Es un buen ejemplo y se puede explicar fácilmente: las anguilas eran una fuente de ingresos para la familia Estense, que en el siglo XVI se trasladó de Ferrara a Módena. El resultado del plato es el fruto del viaje imaginario de la anguila desde el Adriático a Módena por el río Po, mostrando la riqueza de los productos de la región de Emilia-romaña, con sus texturas y colores. La anguila –que está cocida sous-vide (es decir, al vacío) –, está pintada en el horno con salsa agridulce de saba y acompañada de polenta y gelatina de manzanas de la zona. Es un gesto simbólico que nos recuerda que la cocina es un lugar para la innovación, pero también para la reflexión y el recuerdo. Un ejemplo de cómo un concepto se puede llevar a la mesa. GQ: ¿Cuál es el punto de inspiració­n para elaborar un plato? M. B.: Me inspira el mundo de mi alrededor, una yuxtaposic­ión de quién soy y de dónde vengo, viviendo en el presente pero nunca olvidando todo que vino antes. La inspiració­n viene de muchas cosas: imaginando la vida de los caracoles debajo de la nieve… o escuchando una pieza de jazz. La inspiració­n procede de los ingredient­es, de las personas, de mis memorias, y de vivir la vida como si fuera un sueño. Lo más importante es no perderme en lo cotidiano… y estar lo más abierto posible cada vez que entro en la cocina.

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Bottura con una pieza del artista chino Ai Weiwei. Dusttodust­contiene los restos de una olla del Neolítico convertida en polvo dentro de un tarro de galletas de cristal.

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