GQ (Spain)

Cara a cara con Jaume Plensa.

- POR NOELIA SASTRE fotografia: german saiz

Plensa (Barcelona, 1955) se considera un tipo con suerte que además puede soñar. Con 35 años de carrera, muchas piezas repartidas por el planeta y unos cuantos premios, nunca ha representa­do a España. "Aquí todos me quieren pero nadie me lleva", asegura el artista, que presenta su primer libro-escultura y estará en la Bienal de Venecia invitado por comisarios británicos. Jaume define su taller como un sitio sagrado, la cabeza, como la parte más salvaje del cuerpo, y la belleza, como un lugar común donde todos nos encontramo­s. Le gusta el arte, pero no su mundo. Él se queda con los poetas. GQ: Han pasado casi cuatro décadas desde tu primera exposición en Barcelona. ¿Cómo te ha ido en estos años? JAUME PLENSA: Nunca he pensado si me iba bien o mal. Hay un momento en que sueñas con vivir de tu obra y cuando lo consigues te das cuenta de que lo que querías era vivir para tu obra, que es distinto. Siempre he tenido lo que me ha hecho falta para crear. Los materiales han sido las ideas; y el estudio, mi cabeza. Ahora tengo un espacio gigantesco en Sant Feliu de Llobregat con muchos ayudantes. Pero sigo siendo el mismo. Tampoco puedo escoger una obra frente a otras. Todas son fantástica­s porque mi vida es fantástica. No tengo reproches; y además puedo soñar. La obra no es una consecució­n de objetos. Es una actitud ante las cosas. Cada momento de mi carrera ha sido necesario.

Sus esculturas estan en plazas de Chicago, Tokio o Gotemburgo. Belleza, ausencia y silencio son sus obsesiones. "Mi obra", asegura, "es un milagro, y todo lo que me pasa, milagroso". hablamos con uno de nuestros artistas mas internacio­nales.

GQ: Y en España, ¿te sientes reconocido? ¿Crees que la cultura debería ser una cuestión de Estado en nuestro país, como piden muchos? J. P.: Vivo aquí. Me encanta este país, aunque nunca he representa­do a España ni a Cataluña. Todos me quieren, pero nadie me lleva. Es curioso. Contradict­orio. Simplement­e conocen mal mi trabajo porque lo he desarrolla­do fuera. Estoy formado en la cultura americana y allí el Estado no toma parte en nada. Creo en la iniciativa privada, pero también en que el Estado debe crear un sistema de beneficio de impuestos para que el sector privado intervenga definitiva­mente en la cultura. Nos hemos acostumbra­do a que el gobierno lo asuma todo, pero también quiere todos los impuestos. Eso no puede ser. Debe haber una compensaci­ón. GQ: Entonces, ¿apuestas por el modelo americano? J.P.: Absolutame­nte. Si no, no hay futuro. Los gobiernos no pueden querer que la iniciativa privada tome las riendas y luego no dar ningún incentivo. El sistema americano es lógico, pionero. Allí no había nada. Lo tuvieron que hacer todo. Nosotros venimos de una historia tan antigua que aun esperamos que el rey solucione nuestros problemas; y esto no es posible. GQ: Sueles decir que "el arte es un milagro con una capacidad extraordin­aria para unir a las personas". ¿Qué debería cambiar para que consiga llegar a más gente? J.P.: La educación. La cultura tendría que respirarse en las escuelas, pero cuando llegan a Tàpies se acaba el curso y por tanto no saben que el arte no es contemporá­neo o histórico. El arte es. Solo hay uno. No está en función de un curso, sino de una forma de vida. También es responsabi­lidad del artista educar a la gente. GQ: ¿Y cómo podéis hacerlo? J. P.: Nuestra función es plantear preguntas, no responderl­as. En el fondo prefiero no saber qué piensa nadie para que no me influya. En esto nos tenéis que ayudar tanto los periodista­s como los gestores culturales y los directores de museo. El artista genera pensamient­o, pero necesita vehículos que le ayuden a transmitir­lo. Podemos ser muy hábiles y muy torpes a la vez, pero sabemos que nuestra función es ayudar a la sociedad a ser mejor. A mí los poetas me han ayudado a crecer. Necesitamo­s unirnos.

GQ: ¿Te sientes cómodo con esa definición, "el poeta de la escultura"? J. P.: No lo sé… En todo caso, me hace feliz. Intento unir poesía, fotografía y tecnología con la escultura. Estoy obsesionad­o con que el arte es un híbrido y mi obra es una mezcla de muchas cosas. Las nuevas tecnología­s nos han permitido volver a trabajar en equipo. Hay mucho que aprender del que empieza. Tendemos a hablar del joven, pero no es un tema de edad, sino de experienci­a. Es interesant­e aprender del neófito, del no profesiona­l. Me paso la vida intentando desprofesi­onalizarme. Tengo muy poca relación con mi mundo. Si solo vives con los tuyos no puedes entender a los otros. GQ: ¿Cómo preparas tus esculturas en lugares públicos? J. P.: Intento entender el lugar, la cultura, lo que representa para la gente el espacio que voy a afectar. Con The Crown Fountain (2004) me incorporab­a a una gran tradición en Chicago. Tenía que marcar un punto de cambio, de generación casi. Cada proyecto te exige una respuesta. En Río sabía que era temporal. Esperé 38 años para hacerlo. Fui cuando tenía 20 y me enamoré de Yemanyá, la diosa del mar. Nunca más pude volver y cuando me invitaron en 2012, quise hacer un proyecto en el mar. Tardé meses en obtener los permisos. Y lo más importante es que cuando acabó, creó un vacío. Cada proyecto es una cosa cuando te aproximas y otra cuando te alejas. Es una forma de conocimien­to. GQ: ¿Has rechazado encargos? J. P.: Nunca acepto los relacionad­os con la muerte, como los atentados de Atocha o las Torres Gemelas. Quiero que mi obra celebre la vida. La muerte es parte de la vida, por tanto me parece una redundanci­a. GQ: Dices que no encajas en el mundo y te has hecho uno. ¿Cómo es eso? J. P.: Es una cosa curiosa… Creo que mi obra es un milagro y todo lo que me pasa es milagroso. Hay artistas que sientan cátedra. Yo vivo a salto de mata, muy concentrad­o en cada pieza, luchando por saber qué haré mañana. Me encanta el arte, pero no sé si me gusta el mundo del arte. Lucho para abrazar a la gente, para que el museo sea un lugar visitado y el coleccioni­sta un amigo, no un inversor. Yo qué sé. Parece que todo el mundo hace lo contrario de lo que yo haría.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? '58:', un libro-escultura
'58:', un libro-escultura

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain