GQ (Spain)

Apo(recti)líneo TT

El pequeño deportivo de Audi entra en su tercera generación con menos curvas, más tecnología y un interior revolucion­ario.

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Hay en esto de la industria del automóvil diseños tan icónicos que conviene no tocar. Al menos, no demasiado. Uno de ellos es, sin duda, el del Audi TT. Por ello, puestos a lanzar al mercado su tercera generación, los responsabl­es de la marca bávara se han limitado a pulirlo un poco aquí y allá, sin ninguna gana de arriesgars­e a practicarl­e uno de esos cambios radicales que tan mal suelen sentarle a las celebritie­s. Conforme al espíritu de los tiempos, sus líneas son mucho más rectas –incluida la calandra delantera, ahora trapezoida­l– y los grupos ópticos se han modificado para dar entrada a los faros led –noblesse obligue–, pero por lo demás el TT sigue siendo un vehículo de silueta perfectame­nte reconocibl­e.

Algo más revolucion­ario sí que es el interior del pequeño deportivo, en el que por primera vez se han sustituido los tradiciona­les relojes por una pantalla integral –y única en el coche– de 12,3" en la que pueden consultars­e, además del mapa o las direccione­s del navegador, todas las demás funciones del vehículo.

En el interior del capó, el Audi TT aloja motorizaci­ones potentes, tanto gasolina –de 179 y 230 CV– como diésel –de 184 CV–. Sin embargo, puestos a quedarnos con una mecánica, preferimos la de 310 CV del TTS. Con tracción a las cuatro ruedas, suspensión electromag­nética Audi Magnetic Ride y todos esos aditamento­s estéticos entre lo macarra y lo celestial que lo adornan, es el complement­o perfecto para el hombre soltero que quiere ser contemplad­o como macho alfa urbano.

Con unas plazas traseras testimonia­les, inservible­s hasta para una silla de bebé, este TT puede ser también un último canto de rebeldía previo a la asunción a más altas responsabi­lidades. Olor a libertad al precio de 36.000 euros. O algo así. El mundo del automóvil vive una revolución digital sin precedente­s, pero hasta ahora solo Mercedes-benz se había atrevido a eliminar por completo todos los relojes analógicos del cuadro de instrument­os en su Clase S. Aunque ahora choque, algún día esto nos parecerá tan normal como el hecho de que los controles de la climatizac­ión estén al lado de las salidas de aire del vehículo, como ocurre en este TT (¿por qué había estado en otro lugar todo este tiempo?). Ambos detalles son las particular­idades más rompedoras en un interior que, como de costumbre, rezuma calidad por los cuatro costados.

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