EL SUPERHOMBRE
Hasta ahora conseguir que un ejército tuviera los mejores soldados era una cuestión, sobre todo, de entrenamiento. ¿Pero y si fuera también un trabajo de laboratorio? Este es uno de los terrenos más escabrosos del futuro de la guerra. Porque no se trata de que haya investigaciones, que las hay, para lograr, por ejemplo, medicamentos que combatan el jet-lag, que eviten que sea necesario dormir o que quiten el hambre sin afectar al rendimiento de los soldados, sino también que los mejoren biológicamente. Trabajar con la alteración genética para lograr, sí, crear superhombres para el campo de batalla. Es la última frontera. Y por supuesto una de las que más interrogantes plantea. No solo sobre su legalidad (algunos expertos ya alertan de que podría considerarse uso de armas químicas y biológicas) y por supuesto sobre su ética, sino, sobre todo, por el secretismo con el que algunos estados o actores no estatales podrían investigar (si no lo hacen ya…) y aplicar esta línea.