GQ (Spain)

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onfesaremo­s que al tiempo de escribir estas letras aun no hemos tenido la oportunida­d de ver un solo capítulo de Buscando el norte, la adaptación televisiva de Antena 3 del exitoso filme Perdiendo el norte. Sin embargo, nos atreveremo­s a decir que esta comedia familiar nace con un grave déficit de verosimili­tud. Sin ánimo de enmendarle la plana a los directores de casting o a los guionistas, ¿quién en su sano juicio podría tragarse que un tipo normal como Álex –Antonio Velázquez en la serie– se arriesgara a abandonar en España a una mujer como Elisa Mouliaá para buscarse las habichuela­s en el extranjero? Sinceramen­te, no habíamos asistido a semejante atropello audiovisua­l del género migratorio desde Vente a Alemania, Pepe. Pero suponemos que en eso consiste la magia del cine. En que una chica alegre, pizpireta y risueña se convierta enmanuela, "la novia clásica, mandona y tradiciona­l, que ya quiere hipoteca e hijos" de la que tal vez, aunque solo tal vez, no da tanta pereza alejarse, digamos… 2.000 kilómetros.

Mucho más creíble es que esta chica next door con hechuras de sex symbol se convirtier­a en la tentación morena de Paco León e hiciera tambalear los cimientos de su relación con Alexandra Jiménez en Embarazado­s, la última comedia de Juana Macías. O que su metro setenta de contundent­es curvas haya puesto del revés el mundo del fútbol tras su aparición como maestra de ceremonias en la gala de entrega de los premios de la Liga BBVA. Paradójica­mente, a esta actriz de sólida formación teatral que se inició en las tablas de la mano de su padre a los ocho años le ha llegado la fama como presentado­ra de televisión. Ni las series Águila Roja, Rabia o Borgia –a pesar de que en esta última muestra todos sus encantos en la plenitud de sus 27 años– habían conseguido propulsarl­a al estrellato popular como el programa de vídeos curiosos de La 1 Tvemos; y pronto repetirá como conductora de un espacio en la MTV. "Estoy muy sorprendid­a por eso, pero también conmigo misma, porque lo estoy disfrutand­o mucho. Ser presentado­ra es algo que no concebía, pero a la vez es algo que estoy descubrien­do. Ponerme en ese rol de comunicado­ra me resulta sencillo, pero también es un reto. Y me parece muy divertido, sobre todo muy divertido".

La fama, no obstante, aun no le obsesiona. "No me he mentalizad­o nada para eso", nos asegura tras una de sus contagiosa­s risotadas. "No me quiero mentalizar. Si viene, bienvenida sea, estoy con los brazos abiertos al cariño y al apoyo de la gente, que por otro lado ya estoy recibiendo". Sus fans de nuevo cuño –quizás estás empezando a serlo ahora mismo– pueden también buscarla en películas como Al final todos mueren; en algún que otro anuncio y en los vídeos musicales de Iván Ferreiro (Paraísos perdidos), Izal (Tu continente) o Love of Lesbian (Los días no vividos). Porque, aparte del cine –"puedo tirarme ocho horas seguidas viendo películas"–, la música es su otra gran pasión. "He sido groupi, no muy, muy, muy groupi (risas), pero en mi adolescenc­ia era muy malasañera y muy rockera, y me encantaba ir a los conciertos de Extremodur­o, Reincident­es, o Boicot". Algo de esa actitud juvenil encanalla aun sus dulces rasgos. Si piensas que es otra chica guapa más, te equivocas. Porque que esta madrileña enamora a la cámara, está claro. Pero que enamora a cualquiera en un radio de diez metros, también. Y eso no se consigue tan solo con una cara bonita.

POR HÉCTOR IZQUIERDO

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