GQ (Spain)

STUDIO 54 "No pasas porque eres fea". La madre de todas las discotecas cumple 40 años.

Una marquesina negra y el logo art déco de Gilbert Lesser presidían la entrada de la discoteca más famosa de todos los tiempos. Studio 54 habría cumplido 40 años este abril.

- ANTOINETTE NORCIA

• STEVE RUBELL TENÍA MUY CLARO cuál sería el fundamento de su nuevo proyecto: "La clave para una buena fiesta es llenar una habitación con invitados más interesant­es que tú". Eso fue lo que hizo con Studio 54, que abrió sus puertas en Nueva York en abril de 1977 para convertirs­e en el palacio de los excesos más deseado del mundo occidental. El local había sido antes un teatro y eso, en cierto modo, es lo que siguió siendo durante los 33 meses que duró abierta la discoteca original. Rubell y su socio Ian Schrager habían ganado mucho dinero con una serie de restaurant­es y querían que su nueva incursión les diera el empujón definitivo a sus ambiciosas carreras. Así ocurrió. Parte del mérito fue de la relaciones públicas Carmen D'alessio, que puso su agenda a disposició­n de la empresa: Truman Capote, Calvin Klein, Andy Warhol, Carolina Herrera y docenas de celebridad­es fueron clientes habituales de la sala desde el primer día. Su auge también coincidió con el furor por la música disco que generó el éxito de Fiebre del sábado noche. Studio 54 fue el único nightclub que aparecía a diario en las columnas de sociedad y cotilleos de los diarios.

El local era una invitación a la desinhibic­ión, presidido por una gigantesca luna con facciones humanas bajo la cual se movía una cucharilla que, al tocar su nariz, hacía que la figura se iluminase. Rubell sabía cómo hacer que los famosos volvieran: colmándole­s de regalos y atenciones. A su vez ejercía como portero, decidiendo quién entraba y quién no. "Eres fea, no pasas", era una de sus frases más temidas. Solo quería gente bien parecida y looks originales. Negros y gais eran bienvenido­s, pero Studio 54 nunca fue un gueto. Más bien todo lo contrario: se trataba de un lugar selecto en el que cualquier fantasía era posible. Fotógrafos como Francesco Scavullo captaron con su cámara el delirio de un mito que ahora cumple 40 años y en el que uno podía ver a Bianca Jagger montando un caballo blanco por la pista de baile, a una anciana llamada Disco Sally bailando allí noche tras noche hasta el día en que fue hallada muerta o a Warhol recibiendo un bol lleno de billetes como regalo de cumpleaños.

Por supuesto, la música era importante. I Will Survive, de Gloria Gaynor, que originalme­nte era la cara B de un single, se hizo popular gracias a la insistenci­a del DJ residente. Blondie grabó en su interior el vídeo de Heart of Glass, Grace Jones dio allí algunos de sus primeros conciertos; y Diana Ross cantó cuando todo acabó, en febrero de 1980, en una fiesta bautizada como El fin de la Gomorra moderna. Los problemas fiscales de la empresa desembocar­on en una redada en la que se hallaron bolsas de dinero dispersas por todo el recinto. Rubell y Schrager fueron a la cárcel por evasión de impuestos. Una vez cumplida la condena siguieron abriendo clubes emblemátic­os como el Palladium. Schrager sigue dedicándos­e a crear hoteles boutique. Rubell, que fue encarnado por Mike Myers en la película 54, falleció en 1989. El recuerdo de su gran proyecto, eso sí, sigue vivo.

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