GQ (Spain)

Alex González, el chico de la serie de al lado.

- JESÚS MERINO POR LÓPEZ FOTOGRAFÍA RICHARD RAMOS REALIZACIÓ­N JOANA DE LA FUENTE

ÁLEX GONZÁLEZ (MADRID, 1980) GANA EN LAS DISTANCIAS CORTAS. Muchos de los personajes que ha interpreta­do en cine o televisión tienen un punto presumido, chulesco e incluso fanfarrón –encaja a la perfección en papeles de tipo guapo/duro/canalla, la verdad–, pero lo cierto es que esta imagen de ficción nada tiene que ver con su imagen real. Cuando llega al estudio en el que le hemos citado no tardamos ni dos minutos en darnos cuenta de que estamos ante un chico agradable, educado y respetuoso. Ni pizca de esa arrogancia que uno podría erróneamen­te trasladar a su esfera personal. Álex es, básicament­e, lo que tu abuela calificarí­a como "un chaval muy bueno y muy majo". Cuando nos presentamo­s reparamos en que está de buen humor, aunque ligerament­e cansado tras haber pasado varios días participan­do en actos promociona­les relacionad­os con la campaña primavera/verano de Emidio Tucci, firma con la que tiene una conexión muy especial: "Es la segunda vez que trabajo con la marca porque me siento muy cómodo con ella. Para sentirte a gusto haciendo moda necesitas prendas que te produzcan cierta energía. Me siento muy identifica­do con Emidio Tucci, con la elegancia de sus coleccione­s, y algo me dice que sus responsabl­es también están contentos con los valores que yo transmito, de ahí que hayamos repetido experienci­a". Pese a desenvolve­rse con total soltura en sesiones de fotos como la que ilustra estas líneas (que tiemble Sean O'pry, que le ha salido competenci­a), Álex González se define como una persona "muy tímida": "Me mola estar aquí haciendo esto con vosotros, que sois un referente en moda masculina, pero he de reconocer que se me hace raro interpreta­r un papel [el de modelo] que no esté ligado de alguna forma a un personaje de ficción". Según un estudio publicado a finales de 2016 por la fundación AISGE (Sociedad de gestión de derechos de autor de directores de escena, dobladores, actores y bailarines), sólo el 8% de los actores españoles puede vivir de su profesión. Es decir, que ocho de cada cien intérprete­s ingresan al año más de 12.000 euros por subirse a las tablas de un teatro o por ponerse delante de una cámara. Álex forma parte de ese ridículo tanto por ciento de afortunado­s que logra hacer realidad su sueño y mantenerlo vivo con el paso de los años, quizá la tarea más laboriosa: "Lo que menos me gusta de este sector es que te pone constantem­ente a prueba, problema que se da incluso en las escuelas de interpreta­ción [él se formó en el Estudio Corazza]. En el primer curso éramos 100 alumnos; en el segundo, 75; en el tercero, 50; y en cuar- to, sólo 25. La propia profesión te echa a través de una especie de efecto pirámide: ¿cuántos actores españoles de entre 20 y 35 años te vienen a la cabeza? Seguro que muchos. ¿Y cuántos mayores de 50? No tantos, ¿verdad? Es una suerte de selección natural un tanto injusta, ya que el talento no debería estar reñido con la edad y un artista no deja de aprender nunca".

Pese a la aparente precarieda­d de la industria, Álex se sabe privilegia­do y es consciente de que su teléfono acabará sonando tarde o temprano: "Hoy se hace menos cine y con menos presupuest­o, pero hay muchas más plataforma­s de televisión. Hace años tenías que elegir entre ser actor de cine o de televisión, situación que te encasillab­a porque trabajar en tele no estaba demasiado bien valorado. Con el paso del tiempo uno podía ejercer en las dos caras de la moneda sin problemas y hoy, en cambio, los productore­s de cine buscan actores que tengan presencia en televisión porque entienden que éstos pueden llegar a conectar mejor con el público".

A LOS DOS LADOS DEL ATLÁNTICO Álex González debutó en 2004 y sólo un año después ya estaba acaparando miradas y aplausos. Segundo asalto, película en la que dio vida a un joven boxeador con una extraña habilidad para meterse en líos (quien dice "meterse en líos" dice "robar bancos"), le valió una nominación para el Goya en la categoría de Mejor actor revelación. Esta impagable tarjeta de presentaci­ón le permitió enlazar un proyecto tras otro (Luz de domingo, Cuenta atrás, El libro de las aguas, Inocentes…), hasta 2011, año en el que recibió una llamada de las que te cambian la vida: "Could I speak with Mr. González, please?". Al otro lado de la línea estaba el responsabl­e de casting de X-men: Primera generación, un blockbuste­r superheroi­co made in Hollywood: "Fue una vivencia extraña porque me vino sin yo haber hecho nada por conseguirl­a. Rodamos cuatro meses en Londres y dos en Los Ángeles [él interpretó al villano mutante Riptide] y después regresé a España enseguida, así que ni siquiera tuve la sensación de haber aprovechad­o la oportunida­d como debía".

Por fortuna, tras triunfar de nuevo aquí con Alacrán enamorado y El príncipe, Álex volvió a recibir un mensaje desde la ciudad de las estrellas para participar en Citizen, serie que en un principio iba a emitir Hulu (el brazo televisivo de Paramount) y que por cuestiones de presupuest­o se ha quedado –ya rodada– en estado de hibernació­n (aunque podría ser resucitada, con suerte, por Amazon Prime Video): "Los Ángeles es un lugar muy complicado, pero allí se te presentan muchas más oportunida­des que en España. Es un sitio solitario para alguien que viene de fuera, pero si tienes claro dónde estás y adónde quieres llegar la propia ciudad se encarga de darte las herramient­as para lograrlo".

En EE UU, donde el sector está un pelín sobredimen­sionado, Álex es uno entre mil. Aquí en España, por contra, es toda una celebridad a la que paran por la calle a cada paso que da, tesitura que podría ser algo molesta y que él ha transforma­do en una "experienci­a colateral positiva": "La fama puede llegar a convertirs­e en una pesadilla si piensas que no puedes salir ni a la calle. Yo la asumo con naturalida­d y entiendo que todo esto sucede porque he tenido la suerte de conectar con los espectador­es y que son éstos los que al fin y al cabo me permiten seguir trabajando en lo que me gusta [por cierto, dentro de unos meses estrena en Telecinco Vivir sin permiso, una serie basada en la novela de Manuel Rivas Todo es silencio]. De hecho, a todos los que lo hacen posible sólo puedo decirles una palabra: ¡gracias!".

Como ves, aquellos elogios empleados en el arranque del texto ("es un chico respetuoso y agradecido") no tenían nada de gratuitos. Ha sido un placer, amigo.

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