No culpéis a Satán
El accidente que mató a Mansfield es una de las grandes leyendas urbanas del Hollywood clásico.
El 29 de junio de 1967, Mansfield viajaba en la parte delantera de un Buick Electra rumbo a Nueva Orleans, donde debía actuar esa misma noche. La acompañaban su abogado y amante, Sam Brody, y tres de sus hijos, quienes dormían en los asientos posteriores. A causa de la mala visibilidad, el coche se empotró contra la parte trasera de un camión. La fuerza del impacto fue tal que el motor del auto salió disparado y mató a los dos adultos. Los niños salieron ilesos. El hecho de que la peluca de Mansfield apareciera entre los restos del siniestro alimentó el rumor de que había muerto decapitada. Esto fue desmentido en varias ocasiones, pero derivó de todos modos en morbosas teorías sobre su trágica muerte: unos meses antes, la actriz había tonteado tanto con la Iglesia de Satán como con su fundador, el escritor Anton Lavey.