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Lord Snowdon: el fotógrafo vividor que enamoraba a la realeza.

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El mejor retratista británico de su generación –con permiso de Cecil Beaton y David Bailey, claro– fue muchas cosas y todas a la vez. Lo prueba el hecho de que un año después de su fallecimie­nto, la agitada vida personal y profesiona­l del "fotógrafo más fotografia­do del mundo", como lo definió Graydon Carter en Vanity Fair, sigue generando ríos de tinta. Artista juerguista, aristócrat­a sin vocación y viajero empedernid­o, cualquier adjetivo relacionad­o con el arte de vivir le quedaba pequeño. Snowdon, como lo llamaba la prensa, entroncó con la familia real británica cuando contrajo matrimonio con la princesa Margarita de Inglaterra y se ganó, a fuerza de escándalos, el merecido apodo de The First Royal Rebel o, lo que es lo mismo, el primer sinvergüen­za oficial de la corte. Su insaciable libido –decenas de amantes y cinco hijos, dos ilegítimos– empañó a menudo su talento para la fotografía, pero un simple paseo por la National Portrait Gallery de Londres, cuyo archivo atesora medio centenar de instantáne­as de Snowdon, sirve para confirmar que su talento no admite debate.

Hijo de un conocido abogado y una mujer de la alta sociedad, se formó en el elitista colegio Eton, donde desarrolló su gusto por el arte y el motociclis­mo. El divorcio de sus padres y la polio que sufrió durante su adolescenc­ia le dejaron dos secuelas: una necesidad de afecto de por vida y una pierna más corta. De allí saltó a la Universida­d de Cambridge, donde apenas aguantó dos años como estudiante de arquitectu­ra. Fue entonces cuando empezó a forjarse la leyenda de Lord Snowdon. Eran los años 50 y el Londres de la posguerra se lo puso muy fácil a nuestro protagonis­ta. Ejerció de asistente de fotógrafo en los albores del Swinging London y pronto voló solo. Colaboró para publicacio­nes como Tatler, Picture Post o The Sketch, y en 1957 recibió el encargo de retratar a la mismísima reina Isabel II de Inglaterra y su familia. Aquel trabajo lo encumbró profesiona­l y socialment­e, y fue en este último ámbito donde Tony, como lo llamaban sus amigos, empezó a hacer de las suyas.

Antony Armstrong-jones se convirtió en un personaje fundamenta­l en la fauna nocturna de la capital del Támesis. Así es como el nuevo rey de las francachel­as conoció a la princesa Margarita, hija del rey Jorge VI y hermana menor de la reina Isabel II. Se casaron en 1960 en una imponente ceremonia en la abadía de Westminste­r, pero lo que nadie imaginaba es que la intensa vida sexual del Conde de Snowdon nunca cesaría del todo. En esa época se le relacionó con la bailarina Jacqui Chan y la aristócrat­a Camilla Fry, con quien tuvo una hija, Polly, que no reconoció hasta 2004. Pese a todo, el matrimonio siguió adelante 16 años más –de aquella manera, todo hay que decirlo–. Tuvieron dos hijos, David y Sarah, pero en la práctica hacían vidas separadas. La ristra de amantes del fotógrafo no parecía tener fin, con la actriz Gina Ward y la modelo Jacqueline Rufus como figuras destacadas. Tampoco la princesa Margarita se quedó quieta, según rumores no confirmado­s. El pianista Robin Douglas-home, el bodeguero Anthony Barton o el barón Roddy Llewellyn habrían sido algunos de sus amigos especiales.

Durante su matrimonio, Snowdon no dejó de trabajar para cabeceras como Vanity Fair, The Daily Telegraph o The Sunday Times. En su porfolio podemos encontrar algunos de los mejores retratos que se han hecho nunca a David Bowie, Elizabeth Taylor o Jack Nicholson, así como a varios miembros de su familia política, como la princesa Diana de Gales. Tras su divorcio en 1978, se casó con Lucy Mary Lindsayhog­g, con quien tuvo a su cuarta hija, Frances. Su segundo matrimonio duró dos décadas, justo hasta el momento en que la pobre Lucy se enteró de que su marido, entonces de 67 años, acababa de engendrar a su quinto hijo, Jasper, con la editora Melanie Cable-alexander.

En el año 2000, la National Portrait Gallery de Londres le dedicó una retrospect­iva que más tarde viajaría a otras ciudades. Snowdon falleció el año pasado en su casa de Kensington, a los 86 años de edad. Deja para los restos un maravillos­o legado fotográfic­o de la vida social y cultural de su país, y cinco hijos que recordarán a su padre como un gran amante… de la vida.

GQUOTES

• "La fotografía no es un arte, los fotógrafos son simplement­e fotógrafos. Estoy en contra de que las fotos se enmarquen y se vendan como si fueran obras de arte. Las imágenes son para los libros y las revistas, y algún día esas páginas deberían usarse para envolver pescado". • "Nunca me he enamorado de ningún hombre, pero algunos hombres se han enamorado de mí". • "No soy el mejor fotógrafo, pero soy el más madrugador. Eso te permite ver muchas más cosas que los demás".

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