Lucky blue
Su cabellera rubia platino y sus ojos azules han seducido al mundo de la moda, han roto las redes sociales y le han erigido como el rostro de una nueva generación de modelos: los instamodels. Pero hasta internet se le queda chico a esta estrella planetari
"INSTAGRAM HA CAMBIADO LAS REGLAS DEL JUEGO DEFINITIVAMENTE.
AHORA LOS MODELOS TENEMOS
VOZ EN LA MODA Y ESO ANTES NO SUCEDÍA"
EEl modelo de los más de tres millones de seguidores en Instagram es la representación actual de los iconos de otra era. El resultado de mezclar (sin agitar) al inquietante River Phoenix y al tímido James Dean. Personajes cuyos perfiles funcionaron en su momento y que Lucky Blue Smith (Utah, EE UU, 1998) explota en el siglo XXI a golpe de like. "La primera vez que me di cuenta de lo importante que era Instagram fue cuando en un trabajo me preguntaron por mi número de seguidores. ¡Yo no tenía ni idea! Lo miré y resultó que tenía un buen puñado de ellos. Eso ayudó", nos cuenta en el set que hemos desplegado en Palm Springs, en Los Ángeles, para fotografiar la portada de este número. Su melena rubia platino (al igual que la de sus hermanas) ha desatado la locura en una industria –la de la moda– ávida de nuevos rostros y en unas redes sociales desesperadas por encontrar lo genuino entre una masa de clichés que se replican hasta la saciedad.
Precisamente, la carrera profesional de Lucky Blue se ha desarrollado a la par que la red social fotográfica. Con 10 años le fichó su representante y a los 12 firmó con su agencia, justo en el mismo año en el que nacía Instagram (2010). Su estreno como modelo no fue un vulgar anuncio de televisión, como es habitual en el caso de los niños, sino más bien un presagio de lo que llegaría a conseguir: Hedi Slimane lo fotografió junto a sus hermanas para la portada de Vogue Hommes Japón. Desde entonces, y a pesar de contar sólo con 19 años, ha trabajado con las firmas y cabeceras más importantes del mercado, de Tom Ford a H&M, pasando por Berluti, Prada o Tommy Hilfiger, por mencionar sólo algunos nombres de esta infinita lista. Hasta le ha dado tiempo a tener una hija, Gravity –con la Miss Teen USA Stormi Bree– en julio pasado. Una niña que, ya en su primera aparición pública en la red, generó casi 600.000 likes (de casta le viene al galgo).
"Instagram ha cambiado las reglas del juego definitivamente", recalca. Se siente cómodo hablando sobre una industria que maneja y sobre una herramienta que es una extensión de sí mismo. "Antes los modelos masculinos tenían la misma estatura, la misma talla… existía un canon muy específico. Sin embargo, ahora cada vez aparecen más chavales que no se consideraban modelos, pero que son muy seguidos en las redes sociales. Ya no tienes que encajar en un prototipo, basta con tener una historia guay que contar". De esta manera, nuestro protagonista construyó una carrera, sin casi pretenderlo, con la excepcionalidad estética como carta de presentación e internet como combustible. Fue pionero de lo que hoy conocemos como instamodels: "En mi caso, he estado en castings finales en los que la última decisión se ha tomado según el número de seguidores que tengo". Los modelos ya no son meros maniquíes, han pasado a ser líderes de opinión que mueven masas, hordas de gente que siguen a ciegas a sus ídolos digitales o se arremolinan a la salida de los desfiles para conseguir una foto con ellos, como le ha sucedido a Smith. "Los modelos siempre hemos querido tener una voz, pero hasta ahora la industria no nos había dado la oportunidad. Hoy en día, por ejemplo, me preguntan mi opinión. Antes esto no sucedía", remata nuestro protagonista mientras la maquilladora retoca la cicatriz que recorre su frente de sien a ceja, signo de rebeldía (con o sin causa). La moda e internet dirigen su discurso, dos hábitats que contrastan con su educación mormona. "Lo importante es ser fiel a uno mismo y saber quién eres, entonces estarás bien en cualquier industria. Por supuesto que la vida puede dar mil vueltas y ponerte obstáculos, pero tienes que saber adónde quieres ir".
Lucky se ha ganado a pulso una posición privilegiada que tentaría a cualquier otro adolescente a dedicarse a vivir la vida mientras la maquinaria de facturación fabrica billetes. Sin embargo, la intención del americano es llevar su carrera al siguiente nivel y añadir a su faceta de modelo otras disciplinas. Por un lado, siempre le ha inquietado la música. De hecho, toca la batería desde los cinco años y formó junto a sus hermanas la banda The Atomics. Por otro, el cine es su nuevo campo a descubrir. La película independiente Love Everlasting fue su primera incursión en la gran pantalla y, con las cajas y platillos arrumbados de momento ("ahora tenemos el grupo un poco apartado, no olvidado, pero necesitamos mirar opciones y pensar hacia dónde va"), el séptimo arte es su obsesión: "La moda y el cine siempre han estado relacionados, simplemente hay que ser inteligente y pensar un poco más allá. Me encantaría hacer algo en lo que, cuando me vieran, se olvidaran del todo de que soy yo".
Observando su indudable ambición y lo largo y tendido que se extiende nuestra conversación en torno a su futuro profesional, sólo nos queda despejar una duda: "¿Qué quieres ser de mayor, Lucky?", le preguntamos. "¿Yo? ¡Bombero!", contesta entre risas. "No, me seduce más la idea de hacer pelis durante toda mi vida".