El poeta alicantino Miguel Hernández
no ocultó sus simpatías por el bando republicano durante la Guerra Civil y en 1936 se afilió al Partido Comunista –fue comisario político militar–. Su vida corría peligro e intentó huir de Orihuela, donde vivía. Se dirigió a Huelva y, cuando se disponía a cruzar la frontera con Portugal, la policía del portugués Salazar lo detuvo y lo devolvió a España, donde fue encarcelado y murió de tuberculosis.