GENOCIDIO OLVIDADO
Cincuenta años después del golpe militar de Suharto y de las sangrientas purgas anticomunistas que le siguieron, en Indonesia se empieza a hablar del genocidio a raíz de dos documentales.
La repercusión que tuvo el estreno del estremecedor documental The Act of Killing (2012) hizo que muchos espectadores occidentales posaran los ojos sobre un país que, pese a sus dimensiones demográficas y su influencia en el contexto económico internacional, nos resulta bastante lejano y desconocido. Indonesia es la cuarta nación más poblada del mundo, un archipiélago de más de trece mil islas habitado por 237 millones de personas. Es también el país con el mayor número de musulmanes, principalmente suníes. Su economía es la más potente del sudeste asiático, siendo uno de los principales exportadores mundiales de petróleo, estaño y caucho. Es lo que se denomina un “país emergente”, un miembro del G-20 en plena expansión económica. Sin embargo, le pesa mucho su reciente y convulsa historia. Esta joven democracia vive inmersa en un complicado proceso de reconciliación nacional. Es un país dividido por una profunda herida que está costando mucho suturar. Pese a las reformas llevadas a cabo tras el fin de la dictadura, el pasado sigue muy presente en el país. Basta un ejemplo. En las últimas elecciones, las de 2014, el candidato conservador, el exgeneral Prabowo Subianto, intentó descalificar a su oponente, el reformista Joko Widodo, insinuando que tras su fachada de hombre cercano y progresista –le apo- dan el Obama indonesio– se escondía alguien que ocultaba su religión cristiana, sus orígenes chinos y sus ideas comunistas. Lo no musulmán, lo chino y lo comunista, los tres pecados capitales del pasado que siguen teniendo vigencia.
Suharto ve su momento
¿De dónde surge esta desafección? Los orígenes hay que buscarlos en el golpe de Estado que se produjo en 1965. Indonesia había sido durante tres siglos una colonia holandesa, las Indias Orientales Holandesas. En 1942, durante la Segunda Guerra