LA GUERRA FRÍA EN EL ESPACIO
Yuri gagarin, un soviético, fue el primer hombre en viajar al espacio. Para neutralizar la ventaja de Moscú en la carrera espacial, Kennedy propuso un audaz programa destinado a poner al primer ser humano en la Luna antes de que finalizaran los sesenta. Sería una gesta que marcaría un antes y un después en la historia, en la que Estados Unidos daría lo mejor de sí mismo. En un discurso muy recordado, JFK lo explicó así: “Queremos ir a la Luna en esta década, y hacer todas las demás cosas, no porque sean fáciles, sino porque son difíciles”. Sus consejeros, sin embargo, temían que los gastos se dispararan. Pero el presidente estaba convencido de que las descomunales inversiones se traducirían en grandes ventajas políticas, económicas y tecnológicas. Además, el efecto mediático sería impagable. LOS DISCURSOS Públicos incidían en las ventajas civiles, mientras el Pentágono tenía muy presentes las ventajas de índole militar. A fin de cuentas, la NASA tenía como principal función ocuparse de cuestiones relacionadas con el Ejército (caso de los misiles o de los satélites espía). Si tenemos de ella la imagen de agencia de investigación científica, ello se debe, según el historiador Rhodri Jeffreys-jones, al “triunfo de la propaganda demagógica”. No obstante, es posible que JFK, con su insistencia en las utilidades materiales de la aventura lunar, no hiciera más que buscar argumentos racionales para sus impulsos competitivos (abajo, junto al ingeniero aeroespacial de origen alemán Wernher von Braun en Cabo Cañaveral, 1963).