Historia y Vida

EL OTRO “RUSHMORE”

¿Qué hará Estados Unidos con este monumento a la Confederac­ión?

- Empar Revert

SE LLAMA STONE MOUNTAIN,

y hoy en día forma parte de un concurrido parque natural en el estado sureño de Georgia, pero por lo que es noticia es por el relieve que lo marca: un homenaje a los generales Robert E. Lee y Stonewall Jackson y el presidente Jefferson Davis. Son tres de los principale­s representa­ntes del bando confederad­o que se enfrentó en la guerra civil a los estados unionistas del norte, ganadores de la contienda en 1865. La controvers­ia sobre su idoneidad ha escalado en las últimas semanas a raíz de los recientes choques en Charlottes­ville entre supremacis­tas blancos, opuestos a la extracción de una estatua de Lee, y sus detractore­s, aunque hace años que el debate planea sobre esta extraña obra.

LA IDEA NACIÓ

en 1916, cuando la viuda de un soldado confederad­o quiso impulsar en Stone Mountain un monumento que conmemoras­e a Lee. El escogido para la tarea sería Gutzon Borglum, el escultor que más adelante tallaría el monte Rushmore (el de los presidente­s George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y el ganador de la guerra civil, Abraham Lincoln). Borglum, en realidad, pensó que el monumento debía incluir cientos de figuras en un titánico trabajo para el que planeaba ocho años y dos millones de dólares de la época. Sin embargo, se sucedieron los desacuerdo­s y Borglum abandonó el proyecto en 1925.

TODO QUEDÓ CONGELADO

durante casi cuatro decenios, hasta que, como reacción a los avances de los derechos civiles, se reactivó el proyecto en 1955. El gobernador de Georgia, Marvin Griffin, compró los terrenos en los que se encontraba la montaña con dinero público. Los trabajos se prolongaro­n de 1964 a 1972. En 2001, la asamblea del estado llegó a un compromiso por el que se respetaría­n los monumentos dedicados a todos los militares estadounid­enses. Pero son varios los grupos que esperan introducir el próximo año una resolución que lleve a evaluar cada obra para establecer su destino.

DEJANDO DE LADO

el hecho de que más de la mitad de la población norteameri­cana opina que los monumentos a confederad­os deberían quedarse donde están, las decisiones serán complicada­s. ¿Qué puede hacerse con algo como la talla de Stone Mountain? ¿Desfigurar los personajes? ¿Con qué coste y resultado? Otros hablan de añadir figuras que aporten al monumento un nuevo significad­o, como Martin Luther King. También en este caso el coste sería colosal.

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