Reunión en la cumbre
LA IMPLICACIÓN DE LOS INDUSTRIALES EN EL ASCENSO DE HITLER
El 20 de febrero de 1933 se celebró en el palacio del Reichstag una reunión secreta entre un grupo de veinticuatro empresarios y el nuevo canciller de Alemania, Adolf Hitler. Sobre la mesa, un tema: las elecciones del 5 de marzo. El líder del partido nazi promete instaurar un régimen fuerte, suprimir los sindicatos y frenar el avance del comunismo. A cambio, exige apoyo financiero. Bayer, Agfa, Opel, Siemens, Allianz, Telefunken... aceptan sin rechistar. El magnate del acero Gustav Krupp, cuya fotografía ilustra esta página y la portada de la novela que reseñamos, fue el más generoso de todos: donó un millón marcos. De esta manera, señalando a los que hacen “nuestros coches, nuestras lavadoras, nuestros artículos de limpieza, nuestras radios despertadores, el seguro de nuestra casa...”, comienza El orden del día, el libro que le ha valido al novelista y cineasta Éric Vuillard el último Premio Goncourt. Vuillard narra los hechos del pasado –el ascenso al poder de Hitler, la anexión de Austria, la política de apaciguamiento llevada a cabo por ingleses y franceses– basándose en documentos históricos. “Jamás me hubiera permitido inventar palabras que salieran de la boca de Göring o Hitler”, comentó en su presentación en Madrid. A partir de ese compromiso ético, el autor se siente libre de proponer una relectura subjetiva del pasado, de ofrecer una nueva perspectiva sobre unos hechos reales. El orden del día es una narración que bascula constantemente entre lo irónico (“es que en Alemania estaban muy apretados”, comenta acerca de la doctrina del espacio vital) y lo poético (compara a los industriales con “veinticuatro calculadoras en las puertas del Infierno”); entre la Historia con mayúscula y las pequeñas historias, vulgares, patéticas y hasta cómicas (el autor describe el monumental atasco de blindados y tanques alemanes que se produjo antes de su entrada triunfal en Austria), que se ocultan debajo de las alfombras de los grandes despachos.
Reminiscencias
Vuillard habla sobre el pasado, pero está continuamente pellizcando el presente. No es difícil establecer paralelismos entre una y otra época. Por ejemplo, entre la agresiva propaganda nazi de los años treinta, con noticiarios sobre el Anschluss en los que es imposible distinguir lo verdadero de lo falso, y la posverdad actual. O entre la tibieza, ceguera o complicidad con las que políticos y empresarios trataron al régimen racista y belicista de Hitler y el actual auge de la extrema derecha en buena parte de Europa. Un pasado y un presente que, en el caso de las grandes empresas alemanas, se dan un abrazo con palmadas en la espalda. En el último capítulo, el autor enumera las compañías que utilizaron mano de obra esclava reclutada en los campos de concentración. La mayoría siguen existiendo, y aún no han pagado por ello.