ENTRE LAS DOS ESPAÑAS
El drama político de Miguel de Unamuno en 1936
La intervención de Unamuno (18641936) en la Guerra Civil se reduce, en la memoria popular, a su encontronazo con José Millán Astray. El general sublevado, en un acto público, da un viva a la muerte. El escritor replica con su legendario “Venceréis, pero no convenceréis”. ¿Qué más podemos saber sobre su actitud ante la contienda, más allá de un incidente mil veces repetido y distorsiona- do? Dos hispanistas, el matrimonio integrado por Colette y Jean-claude Rabaté, reconstruyen los últimos meses de su vida en un estudio que parte de sus escritos públicos y privados. Ambos son reconocidos especialistas en la obra del autor de La tía Tula, Niebla y tantos otros libros. En su producción destaca el estudio Miguel de Unamuno. Biografía (Taurus, 2009). Los Rabaté nos muestran al novelista y pensador horrorizado ante la violencia incontrolada que se ha apoderado de España. Los dos bandos le parecen culpables, tal como refleja su famoso comentario sobre “los hunos y los hotros”, en alusión al pueblo bárbaro liderado por Atila.
La soledad del escritor
Unamuno, tras haberse enfrentado con la monarquía de Alfonso XIII, acabó desencantado con la República. Por eso, tras el 18 de julio, su reacción inicial fue apoyar a los “nacionales”, incluso con una aportación económica. Pero, al comprobar su política represiva, enseguida se desengañó. Con su ironía característica, dirá que los falangistas que gritaban “¡Arriba España!” eran “arribistas”. La independencia de criterio le costó cara, porque acabó mal visto por todo el mundo. La izquierda le reprochaba su adhesión a Franco. La derecha, mientras tanto, le miraba con recelo. Él mismo afirmará que estaba solo por no ser fascista ni bolchevique. No veía otros matices en aquellos momentos. Un incidente ridículo, pero no por ello menos peligroso, evidencia que se hallaba en la cuerda floja. El general Severiano Martínez Anido, una figura relevante entre los rebeldes, le pide explicaciones por unas críticas que le había hecho bastantes años antes, cuando lo llamó “analfabeto”. Preocupado por la suerte de los suyos, el escritor accede a redactar un texto en términos conciliatorios. Tras su muerte, la leyenda deformó su choque con Millán Astray. En el torbellino pasa revista a la distintas versiones del hecho en función de la ideología política. Para los republicanos, Unamuno simbolizaba la razón frente a la fuerza. Desde el franquismo, el escritor José María Pemán procuró desdramatizar el altercado y exculpar al general. La parcialidad de los testigos imposibilita que pueda llegarse a un acuerdo total acerca de cuál fue la verdad objetiva.