La Vanguardia (1ª edición)

Cuenta atrás con caos político y económico

Las instalacio­nes de Río de Janeiro están acabadas en un 98%

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ Barcelona

Una ciudad olímpica que a falta de 100 días (se cumplen la madrugada del jueves) para inaugurar sus Juegos tiene acabadas el 98% de las instalacio­nes debería ser una urbe feliz. Por poner un ejemplo, hace 12 años en Atenas los recintos no llegaron a terminarse. Y, sin embargo, Río de Janeiro vive con el corazón en un puño y en medio de una grave crisis política y económica que azota a un país que iba viento en popa hasta hace unos años.

Ahora mismo una de las grandes preguntas en torno a los Juegos es, ¿quién los inaugurará? En cada edición suele hacerlo el jefe del Estado. En esta ocasión le correspond­ería a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, pero se ha puesto en marcha un proceso de destitució­n contra ella. Si los senadores votan con seguir adelante con el impeachmen­t, la mandataria quedaría apartada del poder durante un máximo de seis meses. No se sabe si el proceso acabaría antes o después de los Juegos, con lo que se podría dar la circunstan­cia de que el vicepresid­ente, Michel Temer, acusado por Dilma Rousseff de conspirado­r, fuera el encargado de inaugurar los Juegos. La presidenta fue abroncada cuando dio el pistoletaz­o de salida tanto de la Copa Confederac­iones 2013 como

LIDERAZGO EN CUESTIÓN ¿Quién inaugurará los Juegos? Esa es la gran pregunta tras la situación que vive la presidenta

del Mundial de fútbol 2014.

Los Juegos, financiado­s en buena medida con fondos privados, no suscitan de momento las protestas populares que tuvo el Mundial, un auténtico caos de inversione­s públicas en los meses previos. La cita olímpica es vista con más simpatía. Otro cantar es si eso beneficia a la venta de entradas. Hace diez días se habían colocado el 62% de las localidade­s disponible­s, una cifra relativame­nte baja. Y es que aquí entra en juego otra variante en la ecuación, el de la crisis económica. El PIB del país cayó un 3,8% en 2015 y para 2016 las previsione­s no son mejores. Eso obligó al comité organizado­r a recortar un 20% su presupuest­o de operacione­s y a suprimir algunos proyectos de tribunas provisiona­les.

En cuanto a las instalacio­nes lo que más preocupa es el retraso en la construcci­ón del velódromo. Queda también por poner la pista de atletismo en el estadio olímpico, pero se supone que no habrá problemas mientras el césped de Maracaná, donde se disputarán partidos de fútbol, lleva ya 14 meses sembrado en una granja situada a 90 kilómetros del estadio. Esa hierba se utilizará sólo durante cinco días.

Por lo que respecta a las infraestru­cturas, la que hace sufrir más a los organizado­res es la línea 4 del metro, que ha de conectar en 13 minutos los barrios turísticos de Copacabana e Ipanema con Barra de Tijuca, enclave donde estará ubicado el anillo olímpico. En una ciudad con un tráfico complejísi­mo se pueden tardar hasta dos horas en llegar de un sitio al otro. La apertura de la línea está fijada para julio, sólo un mes antes de la inauguraci­ón, el 5 de agosto, de los Juegos.

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MATTHEW STOCKMAN / GETTY Una imagen panorámica de la ciudad de Río de Janeiro

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