La Vanguardia (1ª edición)

El turismo es un gran invento

- Alfons Calderón A. CALDERÓN, departamen­to de Estrategia y Dirección General, Esade Business and Law School

Ese era el título de una comedia de finales de los 60, protagoniz­ada por Paco Martínez Soria. Narraba las bondades de la entonces eclosión turística. Representó una época marcada por la tímida apertura internacio­nal a través de ese sector. Medio siglo después, sigue siendo determinan­te en la economía doméstica: aproximada­mente el 11 % del PIB español.

El turismo señala el despertar económico de distintos lugares de un planeta convulso: los afortunado­s libres de violencia e inestabili­dad. Para muchos, es prácticame­nte la única baza para equilibrar sus maltrechas balanzas de pagos. Pero también ha sido fuente de excesos, generado especulaci­ón urbanístic­a desbocada que se ha cargado excelentes parajes, en particular en nuestra zona costera.

No deja de estar de moda. España batió su récord de turistas internacio­nales acogidos por tercera vez consecutiv­a en el 2015. Catalunya es la primera comunidad tanto en recepción como en emisión hacia el extranjero. En el primer aspecto consiguió adelantar a las comunidade­s insulares ya hace tiempo.

Sin turismo, que crea numerosos puestos de trabajo, aunque demasiados de baja cualificac­ión, el flagelo de la crisis habría sido aún más doloroso. Actualment­e, renace el debate por los efectos negativos de su masificaci­ón, concentrad­a en determinad­as áreas o incluso barrios. La pregunta que resurge es ¿cuáles son sus límites?

Algunas claves permiten perfilar una respuesta. Primero, los beneficios que produce hoy no tendrían que ser a costa del porvenir, destruyend­o el patrimonio natural, cultural o social, garantía a largo plazo. O sea, debe ser sostenible. Segundo, debería ser inclusivo. En otras palabras, convendría evitar el apartheid favorecido por complejos de lujo ocupados por extranjero­s, al margen de favelas que luchan por sobrevivir en los países en desarrollo, por ejemplo. En nuestras latitudes, el fenómeno presenta otros matices que necesitan traducirse en una convivenci­a armónica entre locales y foráneos, trabajador­es y veraneante­s, servicios habituales y de aluvión. En tercer lugar, el turismo podría percibirse como una gallina de los huevos de oro, pero es delicado poner toda la esperanza en un solo sector. Debe ser complement­ario a otros, que merecerían mayor atención, para alcanzar un crecimient­o integral.

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