La Vanguardia (1ª edición)

De repente, Elizabeth

- VÍCTOR-M. AMELA FOTO DE AGENCIA CONTACTO ELIZABETH TAYLOR EN S’AGARÓ

Elizabeth Taylor desciende del Cadillac para entrar en el lujoso hostal Sa Gavina, en s’Agaró, el 25 de agosto de 1959. Tiene 27 años y una mirada violeta que ya ha cautivado al mundo. Maquillada, escote estival, talle sinuoso, un pañuelo recogiéndo­le el cabello y otro ciñéndole la cintura, es puro Hollywood en aquella Costa Brava prístina y virginal.

Elizabeth Taylor es una estrella internacio­nal y sabe estar ante los paparazzi, y finge indiferenc­ia ante un fotógrafo que captura su suave displicenc­ia, esa belleza rutilante de la Cleopatra que encarnará tres años después a las órdenes del cultísimo director Joseph L. Mankiewicz.., el mismo que está dirigiéndo­la ahora mismo en la Costa Brava.

Están rodando De repente el último verano, que será una película desasosega­nte y morbosa con escenas en flasback casi onírico de cierto lugar ignoto en el que sucedió en el pasado una salvajada que ella presenció, que la traumatiza y que apenas se insinúa (pederastia homosexual, asesinato orgiástico, canibalism­o)... Ese lugar, que no se cita, es la playa de Begur y las callejas que ascienden a las ruinas de su viejo y milenario castillo, cuyas alturas dominan el mar y la tierra indiketa del Empordà.

La actriz estará soberbia en esta película, y su estancia ayudará a la Costa Brava a ser más conocida en el gran mundo. En España, la película no se estrenará hasta veinte años después, por gracia de la censura.

Entreveo tras la actriz a un hombre. Es su marido, el cantante Eddy Fischer. Mientras ella trabaja, él le cuida a sus hijos (de anteriores matrimonio­s), “¡y hasta los peina!”, musitan con sorna machista testigos españoles. Alguna indígena, en plena calle, le espeta un sonoro “¡robamarido­s!” a la joven y bella actriz, quizá justo antes de esta foto.

Porque Elizabeth Taylor había enviudado del empresario Mike Todd, del que Eddy Fischer era el mejor amigo, y consolándo­la, Fisher se prendó de ella y abandonó a su esposa, la actriz Debby Reynolds. El escándalo –dicen– privó a Liz Taylor del Oscar para el que estaba nominada por su sensualida­d en La gata sobre el tejado de zinc.

Se ganó fama de vampiresa robamarido­s. Recibió misivas con amenazas. Fisher, asustado, se compró una pistola.

Testigos de la presencia de Elizabet Taylor y Eddy Fisher en la Costa

Fisher buscaba siempre la ocasión de acariciarl­a, abrazarla, besarla; ella se mostraba altiva y distante

Brava durante aquel verano de 1959 contarían después que Fisher siempre estaba buscando la ocasión de acariciarl­a, abrazarla, besarla. Y ella, sin apartarle, se mostraba tan altiva y distante como en esta foto la vemos.

La película De repente el último verano –también con Montgomery Clift y Katherine Hepburn en el espléndido cartel– contó con Eddy Fisher en un papelito como extra: es el vagabundo que mendiga una limosna de la bella Liz Taylor.

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