“Sin Gómez Noya no será igual”
Los triatletas Mario Mola y Fernando Alarza intentarán recoger el relevo del gallego, ausente por lesión
Javier Gómez Noya (33) no está en la sala. Pero su espíritu todo lo impregna. ¡Cuánto le debe el triatlón!
Un mes antes de coger el avión, el hombre subía tan tranquilo la cuesta hacia su casa, en Lugo. Iba en bicicleta, a 15 km/h. Se acababa el entrenamiento. Pilló un bache, se desequilibró y cayó. Pasa muchas veces, unas cuantas al año. Esta vez se rompió el radio. –Mala suerte. Mala suerte. Lo repite José Bodoque, fisioterapeuta de esta gente, los triatletas, que ese día ahí estaba.
–Enseguida nos dimos cuenta de que se había hecho daño. ¡Adiós a Río! El cronista se lo imagina. Sabe de qué pasta están hechos estos triatletas. Se lo curran.
Son legendarias las sesiones de Noya. Cinco veces campeón del mundo. Una plata en Londres. Circulan leyendas de entrenamientos imposibles. Volando en la natación y luego pasando a la bicicleta. O en la pista. En Pontevedra. En Fuerteventura. Donde le pillen los días.
Pues así es la vida de todos estos nómadas.
En marzo intenté entrevistar a Mario Mola (26). Lo logré, pero fue un galimatías. ¡Siempre está viajando, siempre muy lejos! El hombre estaba en Australia. En Mooloolaba. El lector debe creerlo: ese nombre existe.
Mooloolaba está a 60 kilómetros de Brisbane.
Mola ya tenía muy buena pinta. Lideraba la general de la Copa del Mundo. Le busqué en Facebook, Twitter y FaceTime. Acabamos hablando de fijo a fijo. De la redacción a su habitación del hotel.
–Recuerdo aquella conversación –dice Mola, ahora en la sala de prensa de la Villa Olímpica. Estamos en Río, por si alguien no se había enterado.
Mola volvió a mudarse hace un par de noches. Dejó la Villa Olímpica y se fue a dormir al hotel Royalty Copacabana. A un paso mal contado de la salida del triatlón. Con él también iba su novia, Carolina Rutier, que corre el sábado. Y los otros dos españoles, Fernando Alarza y Vicente Hernández. Son minuciosos preparando las cosas. Son metrónomos. Mola, y los otros (Alarza también tiene peso en esta historia: ahora mismo está segundo en el Mundial), todo se lo juegan a las 16 horas de hoy, hora española.
–Llego bien. Hasta hace un par de semanas estuve en altura, en Font Romeu. Y luego me puse al nivel del mar. Había que aclimatarse a esto –dice Mola.
Es un tipo afilado, con pinta de niño travieso. Dice que el perfil lo conoce. Por aquí pasó el año pasado. Hay repechos en la bicicleta, ocho vueltas a un circuito de cinco kilómetros. Va de Copacabana a la laguna de Rodrigo Freitas, cortando por el parque Guilherme Melquior.
Este corte duele. Hay rampas del 20%.
–Pueden ser claves. No tanto porque vayan a marcar las diferencias, sino porque nos irán desgastando –dice Mola. Y están los Brownlee. Alistair y Jonathan disfrutan sacudiendo las carreras. Les gusta limpiarlo todo. Con esa estrategia, aislaron a Gómez Noya en Londres. Le vetaron el oro. Se lo quedó Alistair. –Sin Gómez Noya no será igual. No debemos permitir que la carrera se nos escape –dice Mola. –Y eso, ¿cómo se evita? Ahora contesta Alarza, que tiene trasfondo. Se le ve empollado:
–Hay que pillar la escapada. Estar ahí cuando los británicos quieran romperlo todo. –Y entonces... –acaba Mola. Se le iluminan los ojillos. Nadie ha corrido el 10.000 del triatlón más rápido que él: 28m59s.
Qué nervios.
LA AUSENCIA El gallego, plata en Londres, se rompió el codo hace un mes, al caerse de la bicicleta en Lugo
EL MÁS RÁPIDO Mario Mola, líder de la Copa del Mundo, ha corrido el 10.000 del triatlón en 28m59s