La Vanguardia (1ª edición)

Populismos

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El populismo se podría definir como el ofrecer soluciones simples a problemas complejos, y no hay mejor ejemplo que la polémica de acogida sí o acogida no. Antes que nada habría que distinguir entre refugiados e inmigrante­s; probableme­nte los refugiados no son tantos, y la definición de refugiado debería ser la de aquel que una vez acabe el conflicto que ha causado su situación volverá a su país de origen.

Un inmigrante es aquel que busca mejorar sus condicione­s de vida en un país más próspero. La clara distinción entre ambos y la actuación a realizar en los dos casos es la base de toda actuación política posterior. Los países tienen la obligación moral de ayudar a los que sufren por causa de la guerra pero también el derecho de controlar sus fronteras.

Algunas personas calman su conciencia proclamand­o el derecho absoluto del inmigrante a intentar una vida mejor en otro país, pero esto suscita muchas cuestiones de muy difícil respuesta: ¿de qué vivirán una vez allí si los países de acogida ya tienen paro y pobreza? ¿Puede un Estado mantener el bienestar para todos si el flujo de inmigrante­s no se detiene?

El no afrontar claramente estas preguntas por parte de los partidos tradiciona­les, la ceguera de una izquierda en exceso buenista e ingenua es lo que lleva al nacimiento y crecimient­o de personajes como Trump, Le Pen y otros partidos populistas de derecha.

RAFAEL SORIANO ROMÁN

Mataró

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