GUÍA RÁPIDA DE LA FERIA
Ir de museos. Entre el ajetreo que se vive en los pasillos, de tanto en tanto se encuentran en Arco espacio donde las piezas son dignas del mejor de los museos. Es el caso de la galería Marc Domènech o la de Leandro Navarro, donde además del Dalí o de un delicioso Calder erótico, se pueden encontrar curiosidades como un ejemplar de La Patriote, en conmemoración de los 80 años de Picasso. La ilustró Braque y el titular de portada era “A tes 20 ans, Pablo”.
El paseo de las instalaciones. Por primer año, la feria ha decidido destacar una selección de grandes piezas rescatándolas de los estands y agrupándolas al final de los pabellones. Una buena idea que, sin embargo, provoca el efecto contrario y para el observador que no esté muy atento le pasarán desapercibidas. Y es una lástima porque ahí están desde La casa de la arquitectura prohibida de Alicia Framis a una estructura transitable de los Carpinteros.
Crítica silenciosa. El arte reunido en Arco apenas hace referencia a la actualidad, y cuando lo hace es de una manera sutil, sin estridencias, como el trabajo que presenta Eugenio Merino en ADN, que transforma pasaportes de países de migrantes en aparentes placas doradas mediante la utilización de las mantas térmicas con las que se acogen a los refugiados.
Ruta de artistas. Los amantes de Barceló encontrarán cerámica reciente en Elvira González, donde hay también espléndidas piezas de Olafur Eliasson y un escultura de Juan Muñoz. A Jaume Plensa se le puede encontrar en la galería Lelong, en cuya sede neoyorquina tiene estos días exposición, y en Senda. A Ai Weiwei en Forsblom y a Roni Horn en Hauser & Wirth. Pero la lista es infinitamente larga.