El mundo como rompecabezas
EL primer rompecabezas fue inventado de forma casual en 1760 por el londinense John Spilsbury, un experto en el diseño de mapas. Un día decidió crear uno de sus planisferios de madera, recortando la frontera de los países. Al trasladarlo, se le cayeron varias piezas y, al recomponerlo, se dio cuenta de lo entretenido que resultaba encajar los fragmentos del mapa. Poco después, sus modelos empezaron a ser utilizados como pasatiempos educativos en las escuelas británicas para aprender geografía.
El mundo tras el Brexit, pero sobre todo con la concepción de la economía de Donald Trump, se parece cada vez más a un rompecabezas como el ideado por Spilsbury, con la dificultad añadida de que no todas las piezas van a poder ensamblarse a la perfección. No sólo el Reino Unido se desgaja de Europa, sino que Estados Unidos quiere cambiar alianzas, abomina de la globalización, abandona Oriente y aspira a convertirse en un paraíso autárquico. Nada tiene sentido, como tampoco la realidad aspira a ser cierta.
Hay quien piensa que el planeta ha dejado de ser redondo y que es lo más parecido a un endemoniado cubo de Rubik. Pero en estos giros y contragiros de la política, el comercio y la economía, hay quien cree que pueden encontrarse nuevas oportunidades. La visita del presidente argentino Mauricio Macri a Madrid ha servido para constatar el interés de su país en que se aceleren las negociaciones entre la Unión Europea y el Mercosur. Estados Unidos da la espalda a Latinoamérica y estos países miran con esperanza a Europa como continente de oportunidades. El mundo se está recolocando para prepararse ante el proteccionismo que proclama Trump. España se ha ofrecido como interlocutor, papel que Alemania ha anunciado que piensa hacer con Asia. La política del inquilino de la Casa Blanca tiene poco de rompecabezas, se parece más bien a un galimatías. Con él, Spilsbury no hubiera conseguido armar el primer puzle.