La Vanguardia (1ª edición)

La posición sobre Catalunya tensa las costuras del grupo de Unidos Podemos

Las críticas de Bescansa sacan a la luz la inquietud dentro del grupo confederal

- PEDRO VALLÍN Madrid

La hipertensi­ón del conflicto catalán esta causando un evidente estrés de materiales en el interior del grupo confederal de Unidos Podemos, poniendo a prueba la firmeza de las costuras de sus alianzas y, en parte, también las lealtades en el seno de la formación. El grupo confederal celebraba ayer una reunión para poner en común el análisis y también los temores de algunos sectores por el coste electoral de su apuesta por el diálogo. Fue apenas 48 horas después de que el líder de la formación, Pablo Iglesias, remitiera una carta a los inscritos de toda España explicando la interpreta­ción que la dirección hace del brete y de la responsabi­lidad histórica a que se enfrenta la joven formación.

La reunión se celebraba con una vicisitud añadida: la discrepanc­ia pública de Carolina Bescansa, tras ser apartada de la Comisión Constituci­onal. La portavoz, Irene Montero, atribuyó el relevo a la necesidad de que sean los primeros espadas del grupo confederal los que participen del debate de ese órgano, pero Bescansa reaccionó criticando en público que la cuestión catalana haya opacado el proyecto de país de Podemos, unas palabras que los representa­ntes territoria­les lamentaron porque malogran sus esfuerzos por hacer pedagogía ante sus inscritos de la tarea desplegada por Iglesias y el líder de los comunes, Xavier Domènech, para forzar una negociació­n entre el Gobierno y la Generalita­t que evitase la declaració­n de independen­cia y el 155, y que impulsara una solución confederal.

Los peligros que para Podemos y sus aliados supone el litigio catalán son obvios por crear un eje simbólico de carácter nacional (Catalunya vs España) tratándose de un partido que no articula su oferta política en términos identitari­os. Ya hace semanas que las izquierdas meridional y ortodoxa, representa­das por la líder de Podemos Andalucía, Teresa Rodríguez, y por el coordinado­r de IU, Alberto Garzón, hacía patente ese vértigo. En el caso de Rodríguez, enviando una delegación de perfil bajo a la asamblea de electos de Zaragoza, y en el caso de Garzón, con un expresivo distanciam­iento público respecto a la hoja de ruta de Junts pel Sí.

El cambio de fase, no obstante, lo dibujó el cofundador de Podemos Juan Carlos Monedero, quien publicó hace una semana en su blog una alerta ante el cierre de filas dictado por el rey Felipe VI. Monedero recordaba el papel impugnator­io de Podemos, y la perentorie­dad constituye­nte: “En España el tiempo de espera se ha terminado. O nace lo nuevo o lo viejo regresa (...) convertido en un monstruo”. Monedero recuerda cómo la izquierda se hundió por la cuestión catalana en la I y II Repúblicas: “Nos jugamos mucho”, escribió sobre el galimatías soberanist­a, para añadir de inmediato: “El PSOE no entiende nada”.

Iglesias hace suyo el diagnóstic­o y la dirección de Podemos, decepciona­da con la asunción de la postura de Moncloa por parte del monarca –al que soñaron vértice del futuro nuevo orden constituye­nte–, ha incorporad­o el sintagma “bloque monárquico” para describir la yunta de PSOE y Ciudadanos con el PP. Cuaja la idea de Monedero de que el mermado bipartidis­mo y Ciudadanos ansían cerrar la cuestión catalana de forma represiva, y que esa represión

La solución confederal y constituye­nte es la común, pero algunos temen el coste electoral del conflicto identitari­o

trasciende Catalunya –así han leído las amenazas de cargos del PP de aplicar el 155 a Navarra, Euskadi y Castilla-La Mancha– y persigue la laminación de todos los vectores de desbordami­ento constituci­onal, empezando por Unidos Podemos y sus confluenci­as.

Por eso, la receta para el conflicto territoria­l, entendido como ruptura final de los pactos de la transición, es ampliament­e compartida –referéndum y solución confederal, la que les hizo primera fuerza política en Catalunya en las generales–, no así, los arrestos para defenderla dentro y fuera de Catalunya. Se despereza un dormido nacionalis­mo español que moviliza a parte de la izquierda convencion­al y que hostiga a Podemos por la escasa contundenc­ia de sus críticas a Junts pel sí.

Una proclamaci­ón de independen­cia seguida de la aplicación del 155 y el procesamie­nto de Carles Puigdemont es el escenario catastrófi­co que Iglesias y Domènech llevan dos meses intentando evitar a toda costa. En vano.

 ?? EMILIA GUTIÉRREZ ?? Los diputados de Podemos Pablo Bustinduy y Carolina Bescansa junto al diputado de En Marea Antón Gómez-Reino, ayer en el Congreso
EMILIA GUTIÉRREZ Los diputados de Podemos Pablo Bustinduy y Carolina Bescansa junto al diputado de En Marea Antón Gómez-Reino, ayer en el Congreso

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