La Vanguardia (1ª edición)

Ambulatori­os hartos

Una veintena de centros de primaria presenta a Salut un manifiesto con una larga lista de lo que falla

- ANA MACPHERSON Barcelona

Hartos, desmotivad­os, con rabia y ofendidos por cómo se les trata desde la administra­ción sanitaria, varios grupos de profesiona­les de la asistencia primaria han puesto en marcha una pequeña rebelión que se plasma en un manifiesto en el que se recoge una amplia lista de lo que creen que no funciona en el sistema. La rebelión necesaria, como han titulado la queja, nació en el equipo de Can Vidalet, en Esplugues de Llobregat, pero ya la han secundado –con entrada en registro del Institut Català de la Salut y en la conselleri­a de Salut– otros catorce equipos y seis más están en proceso. Una veintena, la mayoría de Barcelona sur y el Baix Llobregat, donde coinciden “una población frágil y envejecida” que sumada al paro, la inmigració­n y la precaria situación económica “crean un cóctel explosivo” al que acompañan escasos recursos que se dedican a la atención de necesidade­s sanitarias crecientes.

En su diagnóstic­o de la situación, los profesiona­les –empezaron los médicos pero la reacción es común a todos los estamentos de los equipos de primaria– hacen hincapié en la sobrecarga de trabajo y una caótica relación con la atención especializ­ada. Pacientes enviados como preferente­s y que no aparecen en las listas del hospital, enfermos retenidos en lo que denominan prelistas para especialis­ta o pruebas diagnóstic­as, radiografí­as sin informe del especialis­ta, protocolos para atender a determinad­as patologías cargados de pruebas que se acaban convirtien­do en una forma de retrasar la atención. “Demasiadas barreras en una población con muchas necesidade­s”, resume Francisco Alguacil, uno de los médicos que ha liderado este particular memorial de agravios de la asistencia primaria.

Desde el punto de vista profesiona­l/personal, dicen en su escrito que padecen una gran desmotivac­ión y falta de apoyo. Que lo que se supone debía ser una medida para mejorar la relación con los pacientes, la atención virtual, acaba siendo una carga añadida en su tarea diaria. Dicen que, cuando enferman por contagios en el trabajo, nunca se les reconoce una enfermedad laboral, sino común, y jamás hay sustitutos. Los pacientes que han perdido temporalme­nte su médico se reparten entre los demás.

Desde Salut, que han mantenido un par de reuniones con los rebeldes, se defienden argumentan­do que el meollo del malestar son unos recortes del anterior Govern, que fue Boi Ruiz el responsabl­e. Y que cuando intentan buscar suplentes, que hasta ahora no podían por ley, no encuentran médicos dispuestos a ir tres días. También aseguran que estudiarán las ratios de los equipos que han protestado y que el nuevo modelo de contrato de la asistencia primaria, que tiene en cuenta la situación socioeconó­mica de los atendidos en cada ambulatori­o, permitirá un reparto más equitativo. También creen que las inyeccione­s de millones extra para listas de espera y salud mental desbloquea­rán este malestar. “Tendrán que notarlo”, aseguran en Salut.

“Tenemos una población a la que no podemos tratar bien a pesar de que nos empeñemos; no nos salimos”, explica Francisco Alguacil. “Trabajamos en condicione­s poco dignas”. En el manifiesto dicen que la financiaci­ón menguante de la sanidad pública, y en particular de la asistencia primaria, impide mantener los recursos humanos de antes de la crisis, “que son un pilar básico para desarrolla­r las actividade­s médicas, los diagnóstic­os, las infraestru­cturas y la formación del personal que se merece la sociedad”.

Fuentes de Salut reconocen que el personal está “quemadísim­o”, que llevan 8 años sufriendo la penuria y hay una gran desconfian­za. Entienden que cueste ver los cambios y mejoras, pero defienden que se les está escuchando como nunca y que el plan estratégic­o se está diseñando con las aportacion­es de grupos profesiona­les de todo el territorio. “Teníamos que decir algo. Llevamos mucho tiempo callados, somos gente de poco protestar fuera. Por eso hemos dado el paso, no hay nadie detrás. Somos nosotros. Porque no hemos notado ninguna mejora. Quizá, lo contrario”, resume Alguacil.

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LLIBERT TEIXIDÓ Profesiona­les del equipo de atención primaria de Can Vidalet donde empezó la “rebelión necesaria”

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