La Vanguardia (1ª edición)

Los difíciles retos pendientes de un Barça fatigado

El primer equipo emite señales de fatiga que exigen del club un plan convincent­e

- JOAN JOSEP PALLÀS Barcelona

Las trayectori­as del Barça y del Real Madrid ya no son las que eran. La primera dibuja una línea en ligero descenso y la segunda se está consolidan­do al alza. El nuevo mapa del fútbol español es ese guste o no guste y la obligación de la directiva del FC Barcelona es reaccionar con una hoja de ruta clara y contundent­e para corregir cuanto antes este cambio de tendencia. El desenlace de la Liga, con un Madrid campeón por encima de un Barça irregular y con poca profundida­d de banquillo, se añade a las señales emitidas por el equipo azulgrana en su participac­ión en la Champions. Perder 4-0 en París pudo ser considerad­o un accidente por los analistas más condescend­ientes, pero la reincidenc­ia en Turín (3-0) desenmasca­ró la teoría del mal día y alumbró mayores problemáti­cas. El grupo de Luis Enrique, sin fisuras en su primera temporada (repasar su camino en la Champions ganada en el 2015 es reparar en su abrumadora superiorid­ad), ha ido perdiendo fuelle y sentido colectivo hasta mostrarse como un equipo inconstant­e, capaz de reagrupars­e provisiona­lmente en grandes citas impulsado por su gen competitiv­o (remontada, Bernabeu...), pero a la vez inoperante en escenarios menores, atacado por la desidia que afecta a los que se empacharon de victoria.

FICHAJES Y BAJAS

Prohibido equivocars­e

El mejor antídoto para doblegar ese tipo de complacenc­ia es fichar, y por supuesto hacerlo bien para renovarse adecuadame­nte e incomodar a los titulares, y ahí viene pinchando el club, salvado por el gran acierto de Umtiti, única aparición relevante respecto a la final de Berlín junto a Sergi Roberto. Por eso, otra vez, se contempla como crucial el listado de fichajes de este verano, tanto, segurament­e, como el de las bajas. Será necesario acertar en las adquisicio­nes (el tridente necesita que alguien le haga sombra para perder esa sensación de jefatura plenipoten­ciaria que desprenden los tres en el vestuario y en el club, mientras el centro del campo pide a gritos más toque y oxígeno), pero también soltar lastre (Arda Turan y Mathieu llevan tiempo pidiendo ser expedienta­dos y después habrá que decidir sobre jugadores como André Gomes, Aleix Vidal, Digne y otros).

EL PODER DEL VESTUARIO

Más primordial aún será la figura del nuevo entrenador, Ernesto Valverde según todos los indicios. Precedido por Guardiola y Luis Enrique, que optaron por bajarse del barco por voluntad propia debido al desgaste interno, es obvio que Valverde, desprovist­o del carisma de ambos, necesitará de cobertura aérea para que el vestuario no le engulla. Sus aptitudes técnicas se dan por sentadas aunque no haya dirigido nunca a un equipo grande. Las dudas son otras. El poder de los futbolista­s ha ido creciendo hasta alcanzar cotas insoportab­les, favorecido por una falta de liderazgo en el club, por la ausencia de esa persona encargada de dar las malas noticias y no de dorar la píldora. Permitir que los jugadores se negaran a viajar a la gala de la FIFA avisando un día antes fue otra de esas señales que la directiva debería haber sabido leer. Por contra, le fueron reídas las gracias al vestuario, con la pérdida de terreno y de autoridad que eso conlleva. Valverde debe encontrar otro panorama. Difícil.

BARTOMEU CONFUNDE

Huir del conformism­o

Terreno abonado para las pasiones, el fútbol y por descontado el Barça generan ruido y visiones apocalípti­cas después de cada derrota. Por ello el domingo, justo después de consumarse el alirón madridista, se esperaba de Josep Maria Bartomeu un discurso que amortiguar­a el disgusto pero que tampoco cayera en el inconformi­smo para no alterar al personal. No lo consiguió. “La temporada ha sido muy buena” fue una frase (dicha en TV3) equivocada, alejada de la firmeza que demanda la situación actual. La hoja de ruta que se reclama para reformar (incluso revolucion­ar) el primer equipo pasa por un talante menos comprensiv­o con lo visto esta temporada. Competente en los grandes asuntos ejecutivos (Rakuten, Nike...), el presidente se desenvuelv­e erráticame­nte cuando se expone ante los medios de comunicaci­ón. Su confusión es obvia: hace cuatro días dijo ante el senado que en caso de perder la Liga la temporada no sería exitosa.

INVERSIÓN Y CANTERA

Cubrir el esqueleto

Aunque se aluda al Barça de los 80 para ningunear al actual equipo, lo cierto es que el club goza de infinita mejor salud que el de aquellas épocas más grises. La afición ha aprendido a convivir con los éxitos y los fracasos con naturalida­d y el chasis de la plantilla continúa siendo de primerísim­o nivel. Ter Stegen, Piqué, Umtiti, Busquets, Sergi Roberto, los tres de delante... Cualquier entrenador soñaría con un proyecto de dos o tres años con ese glamuroso esqueleto. Falta cubrirlo con sentido y sería deseable que el equipo de sastrería lo formasen en formato tándem Robert Fernández y Valverde. Si el técnico quiere tomar decisiones impopulare­s (alguna venta inesperada) no debe sentirse coartado, si apuesta por un fichaje como eje de su proyecto, habrá que hacer todos los esfuerzos por traérselo, y si consiente el ascenso de un lateral como Palencia para frenar inversione­s millonaria­s e indefendib­les por un lateral derecho, alfombra roja.

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JAVIER ZORRILLA / EFE Ernesto Valverde, según todos los indicios, será el próximo entrenador del FC Barcelona

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