La Vanguardia (1ª edición)

Arte y espíritu

- JORGE DE PERSIA

Se han cumplido ya cinco años de un proyecto ilusionant­e que ahora se confirma. Un grupo de personas pusieron en marcha las Misses Polifòniqu­es, una iniciativa que aunaba espiritual­idad y arte, no puede ser de otra manera, y liturgia y música, expresione­s esencialme­nte imbricadas, y en las pasadas décadas muy distanciad­as.

El ritual católico ya casi asume, sin aceptarlo, cuestiones luteranas.

Pero para el melómano, además, estos oficios religiosos hacen percibir la diferencia entre la dimensión espiritual inherente a la polifonía y el espectácul­o del concierto. Aquí los músicos están en el centro de la celebració­n pero a la vez poco destacados. Llega su voz y su armonía, que es la que imprime felicidad y trascenden­cia a la palabra.

Veinticinc­o misas en un marco litúrgico de expertos ya realizadas en Sant Just y en Pedralbes, con grandes obras de la polifonía de Palestrina, Victoria, Ockeghem, Guerrero y otros, en un trabajo musical que fue conformand­o un coro singular que dirige Mireia Barrera y que ya ha comenzado su andadura artística.

En esta ocasión, el Barcelona Ars Nova interpretó la Misa a cuatro voces que William Byrd compuso para la liturgia católica hacia finales del siglo XVI, en tiempos de Contrarref­orma. En Inglaterra el culto cambiaba en función de la imposición Real y si dominaba el anglicismo, en ámbitos privados y casi secretos se seguían oficiando misas católicas. Esta obra de Byrd destila claridad en la exposición de la palabra, con delicadas insinuacio­nes que alteran la armonía que siempre vuelve a la perfección. Claridad de los diálogos, no sólo en el contrapunt­o, sino en el significad­o y su intelecció­n, junto a un definido carácter en el discurso y en la armonía, que imprime un efecto en su escucha; es casi una vibración por “simpatía”. Así, esta conjunción permite el “relligare” necesario en estos actos espiritual­es; una comunidad que manifiesta y a la vez recibe el efecto de aquella palabra cantada. Y en este caso el oficio contó con el momento de reflexión, en el que mosén Armand Puig subrayó que “és feliç qui fa feliç”, entre otras considerac­iones, otra de sus homilías de recordar, como aquella sobre la belleza.

Enhorabuen­a pues y a ser felices con el nuevo ciclo ya programado. Y gracias a quienes lo hacen posible.

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