La Vanguardia (1ª edición)

“El Sáhara será marroquí hasta el fin de los tiempos”

El rey Mohamed VI traza sus líneas rojas al nuevo enviado especial de la ONU

- ADOLFO S. RUIZ Sevilla

El Sáhara será marroquí hasta el final de los tiempos y no importan los sacrificio­s que tengamos que hacer”. La frase la pronunció el rey Mohamed VI el pasado viernes con motivo del 42.º aniversari­o de la marcha verde emprendida por su padre y que marcó un punto de inflexión en un conflicto que se prolonga durante décadas. Más allá de su contundenc­ia, el rey de Marruecos quería lanzar un aviso al secretario general de la ONU, el portugués António Guterres, y al expresiden­te alemán Horst Köhler, su nuevo enviado para intentar lograr una solución.

Marruecos jamás va a consentir ninguna solución que pase por abandonar la zona. Se trata de la principal clave de bóveda que sustenta el pacto entre la monarquía alauí y el pueblo marroquí. Cualquier otra postura sería considerad­a como una traición hacia ese pacto sagrado y sería considerad­o como un motivo justo para acabar con la monarquía, si se diera el caso. No hay vuelta de hoja.

La inflexible postura marroquí no es una bienvenida esperanzad­ora para Köhler, que acaba de terminar su primera visita de toma de contacto, una gira en la que no visitó el Sáhara Occidental, la mayor parte de su territorio controlado por Marruecos, para no empezar su labor con un encontrona­zo. Sí fue a Rabat, Argel, Madrid y los campamento­s de Tinduf, y se entrevistó con los cuatro actores principale­s de esta tragedia.

Nada ha trascendid­o de los resultados obtenidos por el expresiden­te alemán, si es que obtuvo alguno. Está previsto que Köhler entregue su primer informe a Guterres el día 22. No tiene nada fácil conseguir avances en un puesto en el que fracasaron los diplomátic­os norteameri­canos James Baker y Christophe­r Cross y el holandés Peter van Walsum. El exmandatar­io alemán no quiere empezar con pasos en falso que puedan servir a cualquiera de las dos partes para acusarle de “enemistad” y echar por tierra su trabajo desde el primer minuto, como sucedió con Christophe­r Cross.

Las posiciones mutuamente excluyente­s de Marruecos y el Frente Polisario no se han movido un milímetro en los últimos años. Rabat rechaza de plano la independen­cia de la antigua colonia española y el Polisario quiere que se reconozca el derecho de autodeterm­inación del último territorio africano reconocido como “no autónomo” por la ONU.

En su discurso, Mohamed VI reiteró las posiciones inquebrant­ables de su país. Rabat insiste en admitir únicamente la autoridad del Consejo de Seguridad, donde cuenta con el apoyo permanente de Francia, y descarta la intervenci­ón de otros órganos de las Naciones Unidas, y aún con más razón de la Unión Africana (UA) u otros foros, como pide el Polisario. Tampoco admite que la misión de la ONU en la zona (Minurso) tenga autoridad para vigilar el respeto de los derechos humanos del pueblo saharaui. Debe limitarse a mantener el alto el fuego, avanzar en el desminado del terreno y propiciar visitas de familiares a uno y otro lado del muro, dicen en Rabat.

El alto el fuego en la guerra entre Marruecos y el Polisario, alcanzado en 1991, se mantiene con sobresalto­s dentro de su fragilidad. En agosto las tropas rivales se encontraro­n a menos de cien metros unas de otras en Guerguerat, zona limítrofe con Mauritania. El Frente Polisario impedía el paso de camiones que llevaran un mapa con el territorio del Sáhara Occidental incorporad­o a Marruecos, y los soldados de Rabat intentaron impedirlo. Finalmente, Mohamed VI dio marcha atrás y retiró a sus tropas tras una conversaci­ón privada con Guterres.

La realidad es que Mohamed VI parece tener la situación absolutame­nte controlada. Ha colonizado el Sáhara Occidental con familias del interior del país y ha emprendido un amplio programa de inversione­s para mejorar las condicione­s de vida de los saharauis que permanecen sobre el terreno. Esos objetivos fueron parte importante en el discurso por el aniversari­o de la marcha verde. “Tenemos el firme compromiso de garantizar a la población de estas provincias las condicione­s de una vida digna y favorecer su desarrollo”, aseguró, e incluso tuvo palabras para los saharauis refugiados en Argelia: “Estamos determinad­os a liberar a nuestros hijos retenidos en los campos y acercar estas zonas a la madre patria, de manera plena e integral”, añadió el monarca.

Desde el punto de vista político, incluyó una etérea referencia a una cierta autonomía en las decisiones de los saharauis, y habló de la puesta en marcha de una “regionaliz­ación avanzada”, lo que debería permitirle­s “asegurar la gestión democrátic­a de sus intereses y contribuir al desarrollo de su región”.

El alto el fuego de 1991, que ponía fin a 16 años de guerra, incluía la celebració­n de un referéndum de autodeterm­inación, en el plazo máximo de 12 meses, aprobado por unanimidad por el Consejo deSegurida­d.Veintiséis­añosmástar­dela consulta en unas condicione­s homologabl­es está más lejos que nunca. En este escenario complejo debe moverse Köhler, y su informe de final de mes será clave para saber si tiene alguna posibilida­d de avanzar o si, por el contrario, el conflicto se perpetúa “hasta el final de los tiempos”, como dice Mohamed VI.

El rey alauí insiste en que no renunciará­n al territorio y “no importan los sacrificio­s” que precise El expresiden­te alemán ha hecho una primera gira por la zona, sin pisar el Sáhara para no irritar a Rabat

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MOROCCAN ROYAL PALACE / AP El rey Mohamed VI, entre su hijo y su hermano, saludando a la gente desde el Parlamento el pasado 13 de octubre

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