Maltratando urogallos
Todo aspirante a escritor debe buscarse un trabajo de verano extraño y lo más alejado posible de la literatura, para poder explotarlo después en su obra. Aunque será difícil superar al Nobel Kazuo Ishiguro en este departamento. En su último verano como escolar, antes de ir a la universidad, el autor de Lo que queda del día trabajó como grouse beater para la reina madre en el palacio de Balmoral. No existe una traducción convincente para este oficio pero viene a ser “asustador de urogallos”, la persona que espanta a las aves con palos para que alcen el vuelo y un cazador (en este caso, los invitados de la madre de Isabel II, que iban en Land Rovers bien provistos de whiskey) pueda dispararles con más comodidad. Eran como 15 chavales asustando urogallos y debían hacerlo en perfecta formación militar, separados entre sí por 100 yardas (90 metros). Si rompían el ritmo, los guardeses les insultaban a gritos en dialecto escocés desde un montículo. Comprensiblemente, Ishiguro no ha encontrado la manera de meter esto en una novela.