De qué hablamos cuando hablamos de títulos poco originales
En un artículo de la revista literaria Lit Hub, la escritora y traductora Fiona Bell implora que se aparquen de una vez por todas todos los libros, ensayos y artículos que parafrasean el carveriano De qué hablamos cuando hablamos de amor.
Según Bell, además de manida, es una fórmula “imprecisa y poco imaginativa, que sugiere una meditación por parte del autor que no existe”. Ya tenemos De qué hablamos cuando hablamos de la violación
(Cátedra), De qué hablamos cuando hablamos del hombre (Icaria), y en inglés existen muchas más variantes: De qué hablamos cuando hablamos de Anna Frank, la reflexión de Nathan Englander sobre el judaísmo, De qué hablamos cuando hablamos de la salud, De qué hablamos cuando hablamos sobre el #MeToo
al menos media docena más. Si mirásemos en las hemerotecas digitales saldrían tantos ejemplos como de aquella fórmula que se jubiló porque agarró mala prensa entre periodistas (Crónica de una X anunciada) y casi tantas como una, igualmente jubilable, que vuelve cada junio como los grillos: Los Y son para el verano.
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