¡NO HAGAN JUEGO, SEÑORES!
El problema más grave de España es, desde luego, el paro, y Barcelona no es una excepción. No es extraño, pues, que el paso por aquí de un magnate del juego, con promesas de llevar a cabo un proyecto bautizado como Eurovegas, de una dimensión extraordinaria –y con unas exigencias no menos extraordinarias–, haya despertado el interés de nuestras autoridades, porque ningún político responsable hubiera podido permitirse ignorar esos ofrecimientos. Me parece, sin embargo, que, en el mejor de los casos, Eurovegas contribuye muy poco a sacarnos de apuros, y que puede incluso que, más allá del futuro inmediato, nos haga más daño que bien.
El problema del paro tiene por lo menos tres aspectos: el puramente cuantitativo, el cualitativo y el temporal. Desde el punto de vista cuantitativo, uno pregunta cuántos puestos de trabajo habría que crear para alcanzar el pleno empleo. Y la pregunta se contesta con la cifra oficial del paro: unos seiscientos mil en toda Catalunya.
LOS EMPLEOS DE EUROVEGAS
Eurovegas promete crear doscientos mil empleos, una exageración tan colosal que casi bastaría para descalificar el proyecto. Dividamos la cifra por veinte, para llegar a algo concebible si todo saliera bien; olvidemos, por un momento, que nunca sale todo bien, y admitamos que no estamos para despreciar diez mil puestos de trabajo llovidos del cielo. Concluiremos que, desde este punto de vista, el más rudimentario y superficial, el proyecto tiene su atractivo.
Si miramos el aspecto cualitativo, admitiremos que es poco probable que Eurovegas vaya a ofrecer los empleos que gustarían a nuestros hijos, o a los de nuestros vecinos. En el trabajo de construcción, empleará grandes cantidades de mano de obra poco cualificada, importada del exterior. Cuando la construcción se termine, el grueso de esa mano de obra se quedará aquí, esperando una oportunidad en un país más rico y quizá más agradable que el suyo de origen.
El paro apenas si disminuirá en la fase de construcción, y volverá a aumentar después. Es en este tercer aspecto, el temporal, donde Eurovegas puede resultar, a fin de cuentas, perjudicial.
El proyecto nos atrae porque tendemos a considerar el problema del paro exclusivamente como uno de demanda: no hay trabajo, se dice, porque la gente no gasta; cualquier estímulo al gasto es bueno, porque crea empleo. Pero esa no puede ser toda la explicación, porque, de ser así, el paro en España –cuya economía creció más que ninguna otra en la eurozona del 2000 al 2007– hubiera sido inferior a la media europea. El caso es que sólo en el año 2007 –en el momento culminante de la burbuja inmobiliaria–, nuestro paro fue igual a la media; en todos los demás años fue muy superior. Sólo un crecimiento extraordinario nos permitió alcanzar un nivel de empleo tolerable; y, como ese crecimiento era insostenible, la cosa duró muy poco.
Nuestro paro viene del lado de la oferta, por lo menos en tres aspectos. En primer lugar, la situación de nuestro mercado laboral ha hecho, hasta ahora, que la contratación de mano de obra entrañara un cierto riesgo. En segundo lugar, a veces las empresas renuncian a algún proyecto por no disponer de la mano de obra que necesitan. Y, finalmente, en otras ocasiones son los que entran en el mercado de trabajo los que no encuentran quien sepa sacar partido de sus capacidades.
El resultado de estos tres aspectos es que no tenemos una sociedad capaz de proporcionar un empleo decente a todos sus ciudadanos. La reforma laboral aborda el primer aspecto. El segundo está esperando que nos tomemos en serio la reforma de nuestro sistema educativo. Mientras, el tercero seguramente deberá esperar a que nuestra base industrial se ensanche un poco. Todo
Es poco probable que Eurovegas vaya a ofrecer los puestos de trabajo que gustarían a nuestros hijos
eso requerirá más tiempo, inteligencia y paciencia que dinero.
El proyecto Eurovegas no aporta nada a la solución de estos problemas. El amigo Miquel Puig señala, en un artículo reciente, que la apuesta de Barcelona por el tu- rismo –en particular, por el turismo de convenciones– ha sido coronada por el éxito: la ciudad es la segunda del mundo en el ranking de certámenes internacionales, y cuenta con un número de camas hoteleras comparable al
No tenemos una sociedad capaz de proporcionar un trabajo decente a todos sus ciudadanos
de Las Vegas. En el campo de la construcción, la hostelería y el turismo, Eurovegas no traerá nada nuevo. Tampoco, dicho sea de paso, en el ejercicio de profesiones más antiguas, aunque quizá menos honorables: el barrio chino de Barcelona tenía una reputación europea cuando Las Vegas era aún un desierto.
¿Podemos pensar en alguna alternativa? En este momento, es probable que el mayor obstáculo a la creación de empleo sea la es-
El mayor obstáculo a la creación de empleo es la escasez de crédito para las pymes con proyectos
casez de crédito para pequeñas y medianas empresas con proyectos. Estas existen, pero la Administración y la banca prefieren que los recursos obtenidos a bajo coste gracias al Banco Central Europeo (BCE) se empleen en la adquisición de deuda pública.
Me parece que no sería un disparate pretender que la banca destinara una modesta fracción de esos recursos al crédito: el coste de la deuda se mantendría un poco más alto, los beneficios de la banca algo más bajos, pero la economía volvería a ponerse en marcha. Sería esta, además, un buen modo de repartir los costes de la crisis, que en este momento recaen en el ciudadano corriente, sea en su calidad de trabajador, sea como contribuyente.
No debemos confiar en el mercado para lograr un reparto equitativo, y no podemos olvidar que los grandes batacazos económicos y sociales tienen su origen en conflictos de distribución. No perdamos, pues, mucho tiempo con el proyecto Eurovegas, ni en Barcelona ni en Madrid.