De los BRIC a los N-11
O’neill, que acuñó el acrónimo BRIC, cree que la solución a la crisis está en el mundo emergente
En el 2001, Jim O’neill escribía un informe para su empresa, la todopoderosa y criticada Goldman Sachs, en la que advertía que en las próximas décadas la economía global estaría impulsada por el crecimiento de cuatro países muy poblados y económicamente ambiciosos: Brasil, Rusia, India y China. Acuñó para ellos el acrónimo BRIC, formado por sus iniciales. Un acrónimo que ha hecho, literalmente, una gran fortuna.
Una década después, O’neill (Manchester, 1957), presidente de Goldman Sachs Asset Management, asegura de nuevo en El mapa del crecimiento que los BRIC, junto a un grupo de estrellas al alza, seguirán siendo los motores de crecimiento de la economía mundial. Unas estrellas al alza a las que en el 2005 bautizó como los N-11, los Next eleven, los próximos once: Indonesia, Turquía, México, Corea del Sur, Nigeria, Filipinas, Vietnam, Bangladesh, Egipto, Irán y Pakistán. Pero todo va muy rápido y el año pasado, consciente de que las etiquetas pueden importar tanto como el contenido, decidió que el término mercados emergentes ya no sirve ni para los BRIC ni para Indonesia, Corea, México y Tur- quía. Dadas sus condiciones económicas, ahora son mercados en crecimiento. Después de todo, indica, la mayoría de sus economías podrían satisfacer los requisitos fiscales y de deuda del tratado de Maastricht, algo que cuesta muchas lágrimas en Europa. La disciplina fiscal de estos países, ironiza, enorgullecería al Bundesbank.
Y de hecho, cuando O’neill habla del futuro de estos países no sólo pretende alertar de las posibilidades que encierran, sino que también pretende ofrecer argu- mentos para acallar las voces proteccionistas que se alzan en los países que hasta ahora ostentaban la hegemonía económica, en especial en la vieja Europa.
Así, primero repasa los retos a los que se enfrentan estos gigantes. Brasil: ha capeado bien la crisis global pero podría acabar sufriendo la enfermedad holandesa, ya que por sus materias primas y sus altos tipos de interés, su moneda se ha apreciado demasiado, lo que podría dañar al sector manufacturero. A largo plazo el autor es optimista y cree que en el 2050 el país habrá multiplicado su riqueza por cuatro. Lo mismo piensa de Rusia, cuyo principal problema ha sido la pérdida de población, remediada en los últimos años. Además, posee, dice, una de las mejores políticas tecnológicas nacionales del mundo y el talento intelectual para lograr su Silicon Valley.
En cuanto a India, es el mayor enigma: su demografía es la más favorable del mundo y en 2050 podría ser 30 veces más rica de lo que es hoy, pero en medio está su burocracia impenetrable y mi- llones de indios sin educación. Incluso un país como Nigeria tiene perspectivas: hay un nuevo gobierno decidido a atajar la corrupción, y en el 2100 tendrá más población que EE.UU. Y, ¿qué decir de China? Pues que en el 2010 sus importaciones crecieron hasta 1,4 billones de dólares, cuatrocientos mil millones más que tan sólo un año antes.
Y ahí enlaza O’neill con el otro argumento, porque, apunta, antes de acabar la década el valor en dólares del consumo en los ocho mercados en crecimiento superará al de EE.UU. De hecho, determinarán el éxito o fracaso globales de muchas multinacionales occidentales. ¿Qué modelo seguir? El de Alemania, cuyo comercio con China, dice, podría superar ya al que hace con Francia: Bosch tuvo que anunciar 30.000 puestos de trabajo más por el aumento de sus exportaciones al mundo emergente.
La caída del dólar hará, dice, que en el próximo lustro EE.UU. recupere la competitividad manufacturera perdida. Sin embargo, lamenta, Europa cree que sólo puede salir perdiendo con el éxito de los países emergentes y ese es uno de los mayores obstáculos para su progreso. Pero, augura, aunque la actual crisis sugiere “que el modelo económico occidental está acabado, que la vida no volverá a ser como antes y que los BRIC están tomando el relevo a nuestra costa”, en un par de años ese estado depresivo desaparecerá, Y veremos que lo que ha sido bueno para los BRIC lo habrá sido para el mundo.