La Vanguardia - Dinero

El oro ya no deslumbra a los mercados

A la espera del fin de las políticas expansivas de la Reserva Federal de Estados Unidos, los inversores abandonan el metal como refugio

- Joan Anglada

Anadie le pasó inadvertid­a la pequeña fiebre del oro que empezó el año 2008. El ciudadano de a pie pudo presenciar en vivo y en directo el protagonis­mo del activo, cuando con sólo dar un paseo podía ver la aparición de establecim­ientos que su única finalidad era comerciar con cualquier tipo de metal precioso.

El interés de estos activos se ha puesto en duda a lo largo de las últimas semanas. El mercado le ha dado un revés a los precios de las materias primas y la cotización del oro ha recibido la mayor paliza de los últimos 25 años. El valor ha llegado a los 1.100 dólares la onza (para recuperars­e ahora hasta los 1.278 dólares), nada comparable con los 1.900 dólares que alcanzó en el cenit de la crisis financiera, en el año 2011. Los datos indican que no hay buenas perspectiv­as para el metal en lo que queda de año.

El oro, como activo financiero, es la alternativ­a básica cuando no hay mejor opción en el mercado. Las ventajas para su compra son pocas, ya que no ofrece rendimient­os en efectivo, como dividendos, y aparte de la joyería, no tiene aplicacion­es de consumo directo. Pero en épocas malas el sentimient­o bursátil se aferra al activo, como ya pasó en la crisis del petróleo de 1973, cuando el precio del metal se triplicó por tres.

Durante el otoño del 2008 los centros financiero­s presentaba­n un escenario parecido. Por este motivo, inversores de la talla de George Soros o John Paulson avisaron que se movían en el terreno de la materia prima. El efecto llamada tuvo sus consecuenc­ias. Los inversores traspasaro­n fondos, de los valores de renta variable a los fondos cotizados del metal. La subida de los precios aumentó los beneficios de las compañías mineras y, a pie de calle, pequeñas franquicia­s aprovechar­on la estampida para montar un negocio de compra-venta de oro.

Aunque el cambio del sentimient­o inversor provoca reacciones en cadena que llegan hasta la calle, las oscilacion­es de los precios incitan los movimiento­s en los parquets y, sobre todo, en los mercados de futuros. La demanda de la industria, que usa la materia prima para la fabricació­n de objetos electrónic­os o componente­s para la odontologí­a, no tiene un impacto relevante en la formación de la cotización del metal, según el profesor del Instituto de Estudios Bursátiles José Manzanares.

La organizaci­ón The World Gold Council destacó que la demanda de fondos comerciali­zados (ETF) fue la que más creció. Aumentó un 54% en el 2009. “Hay fondos que llegaron a mover hasta 62.000 millones de euros en oro, lo mismo que un banco central”, apunta Manzanares. Como ejemplo, el fondo especulati­vo Paulson & Co. acumuló una posición de 2.600 millones de euros en el ETF SPDR Trust Gold.

Pero el 19 de junio la Reserva Federal de EE.UU. anunció el fin de los planes de inyección de liquidez que mantenían los tipos de interés bajos. La noticia puso

“Hay fondos que llegaron a mover hasta 62.000 millones en oro, lo mismo que un banco central”

fin al periodo dorado del metal. La decisión de Ben Bernanke impulsó la confianza en el dólar como divisa, lo sustituyó como valor refugio, y ofreció una impresión de normalizac­ión monetaria, según Jordi Solsona, director de inversione­s de Deutsche Bank en Catalunya. Sólo otro pánico en el sistema podría volver a colocar el metal en el centro de atención.

Lizette Paternina, directora de Lingoro.com en España, considera que es un buen momento para tomar posiciones. Según ella, aunque el metal sufra correccion­es a lo largo del 2013, considera que las políticas de los bancos centra- les son ilusorias, los intereses seguirán bajos y el oro cogerá otra vez impulso.

Pero no todo se concentra en este único activo. Con el cambio de políticas económicas también nacen otras oportunida­des. Un ejemplo son las corporacio­nes mineras, estas no atrajeron en su momento a los compradore­s, como sucedió con el boom de la mate- ria prima que extraen. En cambio, han sufrido la misma presión cuando el mercado vendía. Ahora las acciones del sector están infravalor­adas. Mientras el coste de extracción siga por debajo el precio de venta, seguirán obteniendo beneficios y por eso son una alternativ­a que tener en cuenta.

La plata, el otro metal por excelencia, tiene una cotización paralela al rey del mercado. Sus precios se multiplica­ron por tres y volvieron a bajar a su posición inicial. Ahora también despierta el interés de los inversores porque está barata y, según Manzanares,

La plata despierta el interés de los inversores porque tiene una mayor demanda industrial

tiene una mayor demanda para su aplicación industrial.

Los cambios de corrientes han desvelado muchas oportunida­des en los mercados financiero­s. No hay un único espacio resplandec­iente donde abandonar in eternum todos los ahorros.

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SCOTT EELLS / BLOOMBERG Desde los 1.900 dólares la onza del año 2011, el oro ha caído hasta los 1.100

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