De Lehman a Madoff
En la esfera internacional, los fraudes individuales y los errores sistémicos confirman las limitaciones de memoria de los mercados financieros
La retahíla de escándalos financieros mundiales alterna protagonistas individuales con gestores públicos Son situaciones de pánico generalizado cuando, como dicen en Wall Street, “vendes lo que puedes, no lo que quieres”.
El debate es interminable entre quiénes se centran en los garbanzos negros –Bernie Madoff– y quiénes consideran que la desregulación financiera genera un fraude sistemático, verbigracia la tremenda crisis de las cajas de ahorro estadounidense tras ser desreguladas por Reagan a principios de los años 80 y cuyos gestores se fijaban salarios millonarios y primas e indemnizaciones obscenas. Desde mediados de los ochenta, seguimos acostumbrados a no escarmentar.
El mejor libro que resume esa época (1980–1988) es The best way to rob a bank is to own one: how corporate executives and politicians looted the S&L industry, a cargo de William Black, editado en 2005 y reeditado el año pasado. Las estrechamente reguladas cajas de ahorros fueron completamente liberalizadas con la participación activa de sus ejecutivos y de los políticos con influencia sobre los organismos reguladores y de supervisión.
Efectivamente, “la mejor manera de robar un banco” era (¿es?) “ser dueño de uno”, un esquema ideado por los ejecutivos financieros y los políticos para “saquear al sector de las cajas de ahorros”. Cientos de responsables de cajas de ahorros aprovecharon las debilidades reguladoras para perpetrar fraudes contables masivos en beneficio propio. Esas mismas prácticas financieras depredadoras fueron la causa de la tremenda burbuja financiero/inmobiliaria del 2002 al 2007. Salvando las distancias, recuerda a la reciente explosión y práctica desaparición de las cajas de ahorro españolas, “saqueadas” por los “políticos y sus ejecutivos”, y su mala gestión.
Pero si los fraudes contables y las manipulaciones bursátiles parecen inherentes al capitalismo, la historia financiera cuenta, desde el 15 de septiembre del 2008, con “la madre de todos los errores de juicio” a cargo de las autoridades financieras y económicas, la inexplicada e inexplicable quiebra del banco de negocios Lehman Brothers que derivó en el colapso internacional de los flujos fi- nancieros. Seis meses antes la Reserva Federal rescató al quinto banco de negocios de Wall Street, Bear Stearns. Alan Blinder, ex número dos de Alan Greenspan en la Reserva Federal escribió en 2013 un libro/balance sobre la crisis: After the music stopped. Y sintetiza así las contradicciones del departamento del Tesoro y la Reserva Federal de EE.UU.
Los seis meses entre el colapso de Bear Stearns en los brazos de JP Morgan y el de Lehman Brothers fueron “interesantes”. “En marzo, la Fed, con el apoyo del Tesoro, puso 30.000 millones de dólares para facilitar el matrimonio impuesto de Bear con JP Morgan, presumiblemente porque un fracaso desordenado de Bear hubiese podido tener efectos devastadores sobre el sistema. Pero en septiembre, otra vez con el apoyo del Tesoro, rechazó suministrar financiación para vender Lehman” a Barclays. La quiebra de Lehman devastó el sistema financiero mundial. ¿Quién se lo explica?. El tamaño de Lehman doblaba al de Bear.
Tres personas podrían: el ex de Goldman Sachs, Hank Paulson, secretario del Tesoro de Bush, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y el presidente de la poderosa Fed de Nueva York, Timothy Geithner, en cuyo consejo de administración se sientan los bancos de Wall Street. Así, James Dimon, presidente de JP Morgan, aprobó en nombre de la Fed un crédito de 30.000 millones de dólares para que su entidad se tragara Bear Stearns. ¿Conflicto de intereses?
Por el momento no hay respuestas. No así en el caso ejemplar de Bernie Madoff, responsable del mayor fraude de la historia estadounidense, hasta un total de 50.000 millones de dólares, que le valieron una condena de 150 años. Se trataba del típico esquema Ponzi por el que se re-
Fue inexplicable rescatar a Bear Stears para condenar seis meses después a Lehman Brothers
munera a los primeros inversores con el dinero que depositan los que se van incorporando alentados por una rentabilidad de entre el 10% y el 12% ¡durante treinta años! ¡Y nadie sospechaba porque los inversores “reinvertían” los “intereses” en la pirámide especulativa! Excepto un inversor que lo denunció sin que el regulador bursátil (la SEC) hiciera el menor caso.
Madoff engañó mucho y a muchos sin el menor escrúpulo. De origen judío, utilizó sus contactos con la comunidad para conseguir clientes. Ya en prisión, confesó no tener el menor remordimiento por las pérdidas desproporcionadas que causó entre sus clientes judíos, tanto personas individuales como fundaciones caritativas. “No siento que he traicionado a los judíos”.