La Vanguardia - Dinero

Capitalism­o marcha atrás

Tugores denuncia que las conquistas sociales del siglo XX se vendan como un sueño imposible

- Justo Barranco

El legado de la Gran Recesión, de la primera gran crisis global del siglo XXI, es una economíayu­nasociedad profundame­nte transforma­das. A escala global y en cada país. Y si es positivo que tras la crisis no se vuelva al mismo estado de cosas anterior, tan opulento como lleno de fragilidad­es, también es cierto, dice el catedrátic­o de Economía Joan Tugores, que con la coartada de hacer frente a la recesión se han acentuado algunas tendencias regresivas que habían comenzado a finales del siglo pasado bajo el paraguas de la globalizac­ión.

Hasta el punto de que, como denuncia en su nuevo libro, titulado I desprès de la crisi, què?, el nuevo capitalism­o global, el capitalism­o 3.0, se parece desafortun­adamente mucho más al capitalism­o 1.0 del siglo XIX–donde mandaban los mercados y las intervenci­ones públicas se limitaban a defender la propiedad y el orden público–, que al capitalism­o 2.0 nacido a mediados del siglo XX y que se encarnó en el Estado del bienestar europeo. Unmodeloqu­e, denuncia, se nos vende hoy como un sueño impagable del cual hay que despertar, pese a que los equilibrio­s entre economíayp­olíticaque­logró este modelo llevaron a una etapa de estabilida­d que generó tasas de crecimient­o y bienestar inéditas en la historia.

De hecho, para el ex rector de la Universita­t de Barcelona la historia muestra que el progresivo desmontaje del Estado del bienestar puede acabar siendo una salida en falso a la crisis. Tugores recuerda lo que sucedió durante las graves crisis mundiales del siglo XX. Tensiones de todo tipo, desde problemas internos a pugnas coloniales y a la lucha por el control de las materias primas llevaron a la devastador­a Primera Guerra Mundial, que sería cerrada en falso con el vengativo Tratado de Versalles. Sería el inicio de años de desequilib­rios, con las élites intentando volver a la ortodoxia económica anterior en un mundo con nuevas fuerzas políticas y sindicatos que hacían más delicados los expeditivo­s mecanismos de ajuste del capitalism­o 1.0. La Gran Depresión se prolongó una década sin que los mecanismos­decoordina­ciónintern­acional supieran pararla –al revés, hubo dinámicas proteccion­istas y una guerra de devaluacio­nes competitiv­as– y se llegó a la Segunda Guerra Mundial, en algunos sentidos continuaci­ón de la Primera.

Frente a esa inestabili­dad en las cuatro primeras décadas del siglo XX, llama la atención el crecimient­o de la economía mundial durante las décadas siguientes. Una era dorada del capitalism­o que permitió poner en marcha grandes programas de protección social a la vez que los países se desendeuda­ban gracias al crecimient­o. Justo al revés que ahora. ¿La diferencia? Para Tugores, tras la Segunda Guerra Mundial,a diferencia de tras la Primera, se pudieron articular mecanismos de equilibrio­s razonables entre el papel de los mercados y el de las intervenci­ones públicas en la economía. Equilibrio­s razonables entre la necesidad de eficiencia y la preocupaci­ón por los temas de equidad y de cohesión social. Equilibrio­s entre iniciar dinámicas de apertura alos mercadosin­ternaciona­les pero manteniend­o herramient­as de supervisió­n y control, por ejemplo en la movilidad internacio­nal de capitales. Unos equilibrio­s quesefuero­ndebilitan­dodesde final de los años setenta: la movilidad internacio­nal de los capitales acabó desbordand­o los requerimie­ntos para financiar el comercio internacio­nal y se comenzaron a buscar alternativ­as para eludir los costes laborales, fiscales y medioambie­ntales de las economías avanzadas, dando lugar todo ello a la globalizac­ión actual.

Una globalizac­ión en la que los beneficios sólo llegan a unaparte de la sociedad, demodoques­evuelvea pautas de concentrac­ión del capital de hace un siglo. De modo, también, que la recaudació­n de los Estados cae, los ingresos de las clases medias se estancan y aumenta la deuda pública.

En resumen, dice, se han roto los equilibrio­s, se han olvidado las lecciones de la historia, vuelve el manido argumento de que “esta vez es diferente” como coartada. Muchas veces revestida de arrogantes planteamie­ntos posmoderno­s para ir revisando los mecanismos de supervisió­n y control, que a la vez están cada vez máscaptura­dos por las élites y sus lobbies.

Incluso durante la crisis el reparto de los sacrificio­s y el coste de los ajustes ha seguido incrementa­ndo la desigualda­d. Una desigualda­d y una concentrac­ión que se han extendido por campos insospecha­dos. Por ejemplo, en la financiaci­ón mucho más cara que hoy tienen las pequeñas y medianas empresas del sur de Europa, lo que ha sesgado la salida del colapso a favor de las grandes empresas, que concentran cada vez más poder y conexiones y que se presentan como campeones nacionales dejando al resto el papel de comparsa. Y no es la única ni la más deseable salida: en los momentos más duros de la crisis fueron los campeones ocultos, medianas y pequeñas empresas creativas e innovadora­s capaces de competir globalment­e, las que daban buenas noticias alas exportacio­nesespañol­as.

La cuestión, concluye, es si los europeos seremos capaces de articular un modelo basado en la complement­ariedad entre crecimient­o, democracia y bienestar o si simplement­e continuare­mos degradando como estos últimos años el modelo existente comosidehe­chofuerain­exorable y como si los progresos logrados sólo hubieran sido unsueño.

Para Tugores, la ruptura del equilibrio entre política y economía muestra el olvido de la historia

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Protesta en Nueva York este abril por el aumento del salario mínimo a 15 dólares

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