La Vanguardia - Dinero

Cambios en el mapa de paraísos fiscales

Pese al endurecimi­ento de la normativa internacio­nal en los últimos años, el dinero ilícito se sigue moviendo y va en busca de pequeñas jurisdicci­ones opacas para esconder su rastro con la complicida­d de los bancos

- PIERGIORGI­O M. SANDRI

Algo no cuadra. Cien países alrededor del mundo acordaron en 2014 aumentar medidas de control y transparen­cia para las cuentas bancarias depositada­s en el exterior, en el marco de una iniciativa liderada por la OCDEyelG-20. Pero el dinero en busca de un escondite no para de crecer, así como la sensación de impotencia para frenar el fenómeno de los paraísos fiscales.

La plataforma Tax Justice Network estima que hay una cantidad de entre 18 y 28 billones de euros que está localizada en varias jurisdicci­ones repartidas por el planeta, con secreto bancario y tasación baja o inexistent­e. Los flujos financiero­s anuales de este capital, sea de procedenci­a ilícita o simplement­e para evadir el fisco ya alcanza los 1,4 billones de euros cada año. ¿Hacia dónde va este dinero? Algunos países se han quedado fuera del acuerdo multilater­al antes mencionado: Bahrein, Nauru, Vanuatu y, como es sabido, Panamá. Pero hay más. Dehecho, en la filtración de los llamados papeles de Panamá, las sociedades creadas por Mossack Fonseca no aparecen en los paraísos de antaño, como Suiza, Andorra, San Marino o Liechtenst­ein, sino que han elegido localidade­s más exóticas, como las islas Niue, Islas Vírgenes Británicas, Bahamas, Samoa, Belice, Seychelles, Anguilla Británica, Caimán... Como los trileros, se cambian las cartas, pero el capital sigue desapareci­do. Alex Madariaga, abogado experto en fraude fiscal, miembro del colectivo Attac, reconoce que “es cierto, los evasores en Mónaco y Andorra últimament­e no se sentían cómodos y algunos han cambiado de lugar. En estos momentos hay una competenci­a feroz para atraer este capital”. Alex Cobham, director de Investigac­ión de Tax Justice Network admite que “ahora el dinero oculto tiende a mirar hacia jurisdicci­ones pequeñas ”.

Un abogado fiscal asegura que “por primera vez ensuhistor­ia, Suiza está viviendo una auténtica huidahacia los verdaderos paraísos fiscales, los que averiguan la procedenci­a del dinero, pero no tienen ninguna intención de ceder su soberanía popular firmando acuerdos bilaterale­s con nadie”.¿Los viejos paraísos fiscales presentes enEuropa han dejado de ejercer de refugio discreto?

Un gestor ginebrino explica los motivos de esta migración. “Las sociedades pantalla como las panameñas sirven esencialme­nte para proporcion­ar el anonimato. Si el beneficiar­io tiene una cuenta corriente en estos paraísos, lo consigue. Porque si la sociedad tiene una cuenta asociada en otro país, entonces sobre el papel no hay las mismas garantías de privacidad”. Pero, en la práctica, no es así. Ocurre lo siguiente: “Los que llevan su dinero fuera de Europa, no necesariam­ente tienen que abandonar del todo el Viejo Continente. Por ejemplo, un español beneficiar­io de una socie-

Los lugares exóticos y las islas del Pacífico han desplazado a las sedes de antaño en Europa No hace falta abrir una cuenta en un país remoto: basta con montar una sociedad pantalla Los bancos siempre conocen la identidad del titular pero se esconden detrás de las siglas de las empresas Los EE.UU. albergan jurisdicci­ones atractivas y se niegan a dar informació­n a terceros No hay consenso sobre la definición de paraíso fiscal y esto debilita los acuerdos internacio­nales

dad panameña con cuenta en Suiza puede cumplir la ley caribeña. Además, allí apenas le hacen preguntas”, afirma Madariaga.

El gestor ginebrino dice donde reside la trampa. “Un banco siempre conoce la identidad del beneficiar­io, aunque sea un banco suizo o andorrano. El problema es que si no hay indicios de relevancia penal, difícilmen­te sabremos algo, más allá de que la cuenta está a nombre de una sociedad panameña y punto”. “Si alguien pregunta a un banco de Suiza o Luxemburgo quién es el verdadero beneficiar­io de una sociedad pantalla, te contestan que no lo saben”, confirma Madariaga.

Haydatos reveladore­s que explican esta contradicc­ión. Suiza ha registrado progresos, según los criterios de la OCDE y fuentes consultada­s aseguran que ahora el secreto bancario queda diluido. Pero los cálculos del profesor de economía Gabriel Zucman de la Universida­d de Berkeley (California) indican que los bancos suizos custodian todavía 1,7 billones de euros de clientes extranjero­s. Más de la mitad procedente­s de países europeos.

El académico Juan Hernández Vigueras lleva décadas denunciand­oestas prácticas (suúltimoli­bro es

Los fondos buitres). Su tesis es que más allá de los acuerdos que suscriben los países, los bancos siguen operando de forma poco transparen­te para no perder clientes. Aquí y allá.

“Sonellos los quemanejan­loshilos. Al ocultar su actividad a través de filiales, estas entidades eluden el control de las autoridade­s de supervisió­n. Esto constituye la verdadera opacidad. Muchas de las iniciativa­s internacio­nales que se han lanzado son una cortina de humo. Porque el tema de fondo es que no existe ni una definición sobre lo que es un paraíso fiscal. Para España, por ejemplo, Panamá no lo era”.

La OCDEtiene como objetivo alcanzar el intercambi­o automático deinformac­ión fiscal, queseprodu­ciría con frecuencia anual, para el 2018. Pero pocos creen que lo vaya lograr. Cobhamañad­equelaclas­ificación que hace la organizaci­ón de los países no es fiable. El caso más llamativo es EE.UU. “Es a todos los efectos el mayor paraíso fiscal del mundo”, decía a Bloomberg Andrew Penney, director general de Rotschild & Co.

Delaware, Nevada o Dakota del Sur son los estados norteameri­canos que ofrecen más ventajas para abrir sociedades, tanto en discreción como en tasación. Desde Trident Trust, que tiene sede en Dakota, confiesan que están sorprendid­os al ver “cuántos de los que vienen aquí son clientes de bancos suizos que quieren sacar dinero de aquelpaís”. Enefecto, la postura de EE.UU. es ambigua. En el 2010, el Congreso aprobó la ley conocida como Fatca, que persigue a ciudadanos americanos que hayan ocultado dinero en el exterior. Pudimos ver unas prueba de su eficacia en las investigac­iones llevadas a cabo recienteme­nte por el Departamen­to de Justicia en Suiza o Andorra.

Sin embargo, no hay reciprocid­ad. El Fatca no obliga a los bancos de EE.UU. a proporcion­ar informació­n sobre extranjero­s que tienen cuentas enel país. EE.UU. rehúye el intercambi­o automático de informació­n y lo confía todo en los acuerdos bilaterale­s, que son muy blandos. “Incluso bancos como JP Morgan tienen su sede en Delaware”, recuerda Vigueras. “Al final la existencia de estos paraísos agrava el endeudamie­nto de los Estados. Y así se socava la esencia misma de la democracia”.

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