Una joya que ya no vale nada
Desde mediados del siglo pasado hasta ahora, la industria siderúrgica británica ha sido nacionalizada, privatizada, vuelta a nacionalizar, vuelta a privatizar, descuartizada, vendida al mejor postor... Y ahora, finalmente, puede desaparecer. Cuando el Estado era su propietario, Tata Steel se llamaba
British Steel y empleaba a 320.000 personas. De producir el 40% del acero del mundo, ha pasado a fabricar tan sólo el 0.7% (10 millones de toneladas anuales). La actual crisis se remonta a 1981, cuando Thatcher cerró por improductiva la fábrica de Consett (Durham), con la pérdida de 4.500 trabajos. Una década después todo el sector estaba en manos privadas. La fusión con la compañía holandesa
Hoogovens hizo que British Steel se convirtiera en Corus, que en el 2007 fue adquirida por el magnate indio Ratan Tata, dentro de una campaña de expansión global que le llevó a comprar también Jaguar, la empresa coreana de camiones Daewoo y el hotel Pierre de Nueva York. Pero el acero británico iba a ser la joya de la corona. Tata pagó 7.400 millones de euros para superar la competencia de la Compañía Siderúr
gica Nacional (CSN) brasileña, una cantidad que los mercados –y algunos de sus asesores– consideraron desproporcionada. Desde entonces ha invertido otros 4.500 millones en materiales y tecnología. Hoy su valor es cero.