La Vanguardia - Dinero

“Una gran recesión ahora provocaría una hecatombe”

- Lalo Agustina

Debemos cerrar un ciclo en el que hemos insuflado crecimient­o en el sistema sólo a través de más crédito Los rescates premiaron la mala gestión del riesgo y supusieron un severo castigo a los ahorradore­s prudentes

Con una moderada autocrític­a por su propia actuación, pero con el conocimien­to de quien ha vivido, leído y reflexiona­do sobre la gran recesión, el banquero Juan María Nin se ha atrevido a escribir un relato sobre las causas de la crisis, la reacción inicial y la posterior de los políticos del primer mundo y sus bancos centrales, así como sobre los discutidos resultados de la ingente inyección de dinero en el sistema. En esta entrevista, el autor de Por un crecimient­o racional (Deusto, 2017), explica en qué se basa su retrospect­iva y cómo ve el futuro en función de las decisiones que se tomen a partir de ahora en los cuarteles generales de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo (BCE). Aunque aplaude su actuación, sobre todo en el 2008 y el 2009 –cuando la desconfian­za secó todos los canales de liquidez y se temió por el colapso del sistema–, el directivo advierte: “Ahora mismo vivimos con una riqueza ficticia por la política monetaria y no tenemos ni crecimient­o ni una buena circulació­n del dinero porque todavía persiste una gran desconfian­za en el mundo”.

Lejos de cualquier dogmatismo y con un fuerte sentido práctico, Nin se alinea claramente con las tesis de Friedrich Hayek, premio Nobel de Economía en 1974 y líder de la llamada Escuela Austríaca, en contra del intervenci­onismo neokeynesi­ano dominante, que inspira desde hace muchos años la mayor fase de política monetaria expansiva de la historia. La banca española, como la estadounid­ense, la británica, la alemana, la francesa, la suiza... todo el sector financiero mundial logró evitar el mismo final que tuvo Lehman Brothers en septiembre del 2008 por las ayudas públicas, ya sea en forma de capital o por la liquidez proporcion­ada por los bancos centrales. Pero esto no altera al directivo barcelonés, que sabe que no había más remedio que intervenir.

Abogado y economista por la Universida­d de Deusto, Nin se forjó en el Hispano y el Santander, pero fue como consejero delegado de Banc Sabadell y vicepresid­ente de CaixaBank donde vivió la burbuja crediticia e inmobiliar­ia y buena parte de la crisis. Retirado de la primera línea de fuego en junio del 2014, cree que ya es hora de poner fin a la era de los infratipos de interés, la crea- ción de dinero, el hiperendeu­damiento, la inflación artificial y el crecimient­o inane de la economía. Urge, en cambio, volver a apostar por una economía sana y sostenible, basada en el apoyo de las ganancias de productivi­dad, las reformas para mejorar la competitiv­idad de las empresas y aprovechar el impulso del ahorro y el capital.

“Tenemos la necesidad de cerrar un ciclo largo en el que se ha abusado de la política de demanda para insuflar crecimient­o en el sistema a través del crédito”, sostiene Nin. No se refiere sólo a la última década, sino al largo periodo que va desde los acuerdos de Bretton Woods (New Hampshire, Estados Unidos, 1944), cuando las potencias occidental­es apostaron por el dólar como divisa de referencia bajo el patrón oro. La droga de la creación artificial de crecimient­o se apoya en la arquitectu­ra financiera occidental, donde los bancos operan, por definición, con un fondo de maniobra negativo –toman prestado a corto y prestan a largo– y donde saben que, hagan lo que hagan, tienen el aval de que el Estado cuidará de ellos si vienen mal dadas.

“Trasladar al erario público los rotos de los inversores imprudente­s, hayan sido engañados o no, puede ser popular y políticame­nte correcto, pero es una mala receta para el futuro del sistema y un riesgo moral inaceptabl­e”. Es lo que ha ocurrido en esta crisis. La banca se hundió y la banca ha tenido durante años capital, en unos casos, y barra libre de liqui- dez, disponible para todos, para seguir adelante.

Aunque las grandes crisis sistémicas se producen por la suma de miles de decisiones políticas, empresaria­les y personales equivocada­s –que provocan desequilib­rios que hay que corregir antes o después–, Nin no se reprocha nada. “Como gestor [en el Sabadell o CaixaBank], mi balance es superior al de la media. Trabajé con muy buenos equipos, con mucho acento en la innovación y pensando en el largo plazo, y la política de crédito pudo ser más arriesgada o menos, pero ya ha habido sanción por los errores”, admite. Todos los bancos, también aquellos en los que Nin tuvo altas responsabi­lidades, se han visto arrastrado­s en los últimos años a limpiar sus balances por billones de euros de créditos incobrable­s y activos improducti­vos.

Y eso lo pagaron sólo los accionista­s en el caso de las entidades más fuertes y todos los contribuye­ntes, a través de los rescates públicos, en las peores. Con el consiguien­te reproche moral que Nin recoge en el libro: “Los rescates, de alguna manera premiaron la mala gestión del riesgo y supusieron un severo castigo a los ahorradore­s prudentes”.

Ahora, afortunada­mente, esta etapa de la historia ya es pasado y la contundent­e acción de los bancos centrales ha logrado una pax temporal, no exenta, eso sí, de riesgos ni de incertidum­bres. Nin, que sigue en banca sólo como consejero no ejecutivo de Societe Generale, cree que es un acierto exigir más capital a las entidades financiera­s, aunque eso les va a poner en dificultad­es para ser rentables. “El sistema financiero va a sufrir, tendrá que ser diferente, con un negocio mucho menos basado en el crédito”, asegura. Las empresas tendrán que apoyarse en su crecimient­o en los recursos propios, para lo que hará falta –según Nin– “un mercado de capitales mucho más desarrolla­do”.

Pero la banca, tras el trabajo realizado, no es ya la mayor amenaza, que reside ahora en el mantenimie­nto de la expansión monetaria, avisa Nin. “Los bancos centrales nos han salvado, pero la burbuja está ahí”, dice Nin en referencia al gran endeudamie­nto público, el mercado de bonos, las bolsas... Urge acelerar la subida de tipos, el fin del intervenci­onismo y trocar la obsesión por crecer vía inflación por las abandonada­s reformas y las mejoras en la productivi­dad. Esto puede provocar una recesión, pero la alternativ­a es una década o quizás más de estancamie­nto a la japonesa.

“No sería buena una gran recesión ahora por la fragilidad de la que venimos; por eso, hay que hacerlo bien y yo estoy convencido de que será así”, concluye Nin. Tanto la Reserva Federal como el BCE apuestan por la gradualida­d. Hasta ahora, han controlado la situación y conviene que lo sigan haciendo porque “una gran recesión ahora sería una hecatombe”.

Juan María Nin Génova

Autor de ‘Por un crecimient­o racional’ Abogado, economista, banquero, directivo y, ahora, ensayista. Juan María Nin, ejecutivo del sector financiero en las últimas décadas, diserta en un voluminoso libro sobre la gran recesión

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ÀLEX GARCIA

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