La clave está en el beneficio empresarial
Pasado el ecuador del año, las cifras de actividad a nivel mundial han confirmado nuestro escenario, en el que el ciclo económico continuaría expandiéndose al mayor ritmo de los últimos años. Sin embargo, el balance para las principales bolsas es menos positivo, dado que en los últi- mos meses también se han intensificado los riesgos, y en particular, el temor a que la introducción de mayores medidas proteccionistas termine derivando en un deterioro acelerado de la actividad en la segunda mitad del año.
Desde enero venimos asistiendo a un cruce de amenazas lideradas por el presidente estadounidense, pero que paulatinamente se van materializando en medidas concretas y que conllevan una res- puesta de las otras economías. Seguimos manteniendo que nos encontramos ante una dura negociación entre bloques, pero que la solución final debería ser acordada, porque cualquier otra opción es mala para todos. No queda más que recordar que mayores barreras comerciales reducirían la productividad y aumentarán la inflación.
El problema es determinar si el acuerdo se producirá antes de las elecciones de noviembre a las Cámaras estadounidenses o si, como es más probable, veremos un aumento previo de las amenazas desde la Administración Trump. Lo que sí tenemos claro, es que este tipo de negociaciones continuarán generando volatilidad en el corto plazo.
Más allá del ruido político en el que seguiremos inmersos, el factor que debería volver a guiar el comportamiento de las bolsas serán los resultados empresariales. Esta semana ha comenzado ya la temporada de publicación del segundo trimestre y las expectativas son alentadoras.
En Estados Unidos, donde el efecto de los estímulos fiscales en las cuentas de las compañías continuará vigente, se espera un aumento de los beneficios para el S&P500 del +21%, pero más importante es que en términos de ingresos –no afectados por las alteraciones fiscales– se espera también fortaleza con un aumento del +8,2% interanual. Anivel sectorial, vemos que los líderes en términos de crecimiento de ventas son los sectores de la tecnología, energía y materiales; todos ellos con avances de doble dígito en sus resultados. También en Europa se estima una mejora, hasta un crecimiento de los beneficios del +8%, y un incremento de las ventas cercano al +6%.
Estas expectativas son exigentes, y además, están ya en gran medida descontadas por las cotizaciones. Por todo ello, en estas próximas semanas, además de las importan- tes cifras que irán publicando las empresas, la atención va a estar puesta también en las perspectivas que mencionen las empresas para el resto del año.
En este contexto, pensamos que la temporada de resultados empresariales dará una de cal y otra de arena: por una parte, será un claro soporte para las bolsas al confirmar que el mayor crecimiento mundial se traslada a los beneficios empresariales, pero por otro, esperamos menor claridad y mayores nubarrones en las perspectivas de cara al próximo año que presentarán las empresas. El escenario de fondo todavía es positivo para las bolsas: continúa el crecimiento económico y los beneficios crecen, pero previsiblemente el verano estará marcado por la volatilidad y las dudas sobre la política económica, lo que debería reflejarse en una mayor cautela en las inversiones.