Infidelidad, nuevos límites
La infidelidad es tan vieja como el compromiso, pero con los nuevos modelos de comunicación y el frenético consumo de la sociedad postmoderna las formas de engañar a la pareja no sólo se han sofisticado, sino que sus límites morales se han ampliado
La infidelidad gana terreno, en parte por el auge de las nuevas tecnologías y porque sus límites se amplían
“Hoy en día la fidelidad sólo se ve en los equipos de sonido”. Esta cita, pronunciada por el polifacético cineasta Woody Allen, bien podría ser una radiografía de la sociedad actual en cuestiones de amor. Esto no quiere decir que la gente sea más proclive ahora a pegársela a la pareja que en épocas pasadas, sino que simplemente existen más vías para poder ser infiel. Las plataformas on line especializadas en encuentros extramatrimoniales se han convertido en uno de los negocios más rentables de la red y así lo demuestran las cifras (la web Ashley Madi-
son, por ejemplo, –pionera en este asunto bajo su eslogan mundial “la vida es corta, ten una aventura”– cuenta con más de 20 millones de usuarios y factura anualmente más de 68 millones de euros). Pero no hace falta recurrir a uno de estos portales de citas para tener una aventura; WhatsApp, las redes sociales y los chats de las aplicaciones móviles se encargan de servir la oportunidad en bandeja. Es el caso de Sofía (mujer de 50 años de edad que, por cuestiones de privacidad, prefiere no revelar su nombre real). Sofía le fue infiel a su marido a través de Triviados, el juego en línea de preguntas y respuestas. “Empecé a usar la aplicación por el simple placer de jugar, activándola en el modo oponente aleatorio, es decir, sin conocer a mi adversario en el juego”, explica esta paciente de la doctora Emma Ribas, psicóloga de Somdex Santiago Dexeus de la Clínica Tres Torres y del Institut d’Estudis de la Sexualitat y la Parella. “Pronto –prosigue– una de las personas con las que jugué comenzó a hablarme en el chat diciéndome que era muy inteligente y simpática. Meses más tarde acabamos teniendo una aventura”. Sofía nunca pensó que algo así pudiera sucederle a ella, “cuando veía a la gente explicando en la tele que había conocido a su amante a través de un chat, simplemente no me lo creía”, afirma. Verse envuelto en un enredo de este tipo sin querer ahora es más sencillo que nunca. “En un mundo de consumo donde la comunicación electrónica permite establecer un gran número de relaciones sociales, la imaginación abre ante nuestros ojos un