¿Por qué dejamos de leer?
A nueve de cada diez niños les apasionan los cuentos y saber leer. En cambio, prácticamente la mitad de los jóvenes de entre 14 y 24 años asegura que no lee libros o lee pocos porque no le gustan, no le interesa o no tiene tiempo. Hay múltiples razones qu
“Hay cierto prejuicio de los adolescentes hacia la lectura porque se asocia a algo muy académico, de buen estudiante”. “La lectura es una actividad compleja, que requiere esfuerzo y que necesitas ejercitar mucho para que te guste”. “La ficción se ha diversificado y los jóvenes tienen otros géneros como el cine o los videojuegos para conseguirla”. “No tienen tiempo y sí otros intereses”. “En la escuela hay mucha lectura obligatoria”. “Padres y profesores tampoco leen”. Estas son sólo algunas de las muchas razones que aducen profesores, bibliotecarios, escritores, editores y especialistas en literatura juvenil para justificar la pérdida de afición a la lectura en el paso de la niñez a la adolescencia. Las estadísticas indican que el 85% de los menores de 13 años lee por estudios y en su tiempo libre, y tres de cada cuatro lo hace a diario o semanalmente. En cambio, a partir de esa edad hay un porcentaje de entre el 28% y el 37% (depende del sondeo) que no lee nunca o casi nunca. “Hay dos grandes caídas de lectores que coinciden con el paso de la educación primaria a la secundaria, a los 11-12 años, y con el paso al bachillerato, a los 15 o 16”, asegura Pedro César Cerrillo, director del Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y Literatura Infantil de la Universidad de Castilla-La Mancha. Teresa Colomer, directora del grupo Gretel de investigación en literatura infantil y juvenil y educación literaria de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), explica que el primer descenso llega a los diez años porque “la punta de ilusión por leer se registra a los nueve con el final del aprendizaje lector, que es muy motivador porque ilusiona mucho socialmente; luego ya no se les valora tanto que lean”. No es algo que ocurra sólo en España. Un sondeo del National Literacy Trust realizado en 2012 concluyó que el 27,5% de los ingleses que tienen entre 12 y 16 años no lee, si bien había otro 30% que decía que leía cada día. Porque si al llegar a la pubertad muchos se apuntan a la máxima de que leer es un rollo, hay otro grupo que hace de la lectura su pasión. De ello da muestra la cantidad de blogs y clubs de lectura creados por adolescentes (veáse información de apoyo), o los foros organizados en las webs de algunos autores de literatura juvenil como Laura Gallego o Jordi Sierra i Fabra. No menos que sus padres En realidad, dicen los expertos, en España nunca se ha leído tanto como ahora. “Los adolescentes sí leen, leen muchísimo, pero lo hacen sobre todo en pantalla y eligen textos multimedia o divulgativos, no literarios”, opina Carme Vidal, profesora de educación secundaria. Y enfatiza que los jóvenes de hoy no leen menos de lo que lo hacían los de generaciones anteriores, aunque ahora tienen otras vías para satisfacer su necesidad de historias. “A los niños pequeños les gusta la ficción porque llega de la mano de los padres y de los maestros; los adolescentes también necesitan esas historias, pero acceden a ellas a través de otros géneros como el cine o los videojuegos”, comenta. Y enfatiza que la sociedad en general tampoco es muy lectora y ni padres ni profesores son modelos para los chicos porque muchos no leen ni les enseñan qué y cómo deben leer. “Fomentar el hábito de la lectura no es decirles que lean o darles lecturas obligatorias, es acompañarles, darles recursos para que sepan interpretar los textos y obtengan placer con ellos, porque eso es algo que no llega solo, que requiere esfuerzo”, indica. Antònia Caño, directora de la biblioteca La Muntala, integrada en la red de la Diputació de Barcelona, enfatiza la importancia de este acompañamiento. “Hoy, cuando el buen gusto no responde a un canon sino al mercado, tiene más relevancia que nunca la figura del prescriptor, de alguien que conoce y recomienda lecturas en función de tus apetencias, del momento”, dice. Opina que los jóvenes de hoy no leen menos sino que leen de otra manera: “Leen en el móvil, en el ordenador, cuelgan fragmentos de lo que están leyendo en las redes sociales, intercambian comentarios con otros lectores, buscan una lectura social…; en realidad ahora hay más opciones de llegar a ser buenos lectores gracias a la amplia oferta y a internet”. Por eso Caño cree que para que los jóvenes se apasionen por los libros hay que acercarse a ellos con nuevas herramientas y con los formatos que les gustan. “No veo mal que lean series, siempre nos hemos enganchado a la lectura a través de las series; antes eran Los cinco los que nos cautivaban y a partir de ahí la bibliotecaria nos animaba a descubrir otros libros y autores; ahora empiezan por Juego de tronos o Harry Potter y cuando comienzan a aburrirse es el momento de ofrecerles otras cosas; porque la lectura es un proceso y si has leído series llega un momento en que ya puedes leer Dickens, Mark Twain o autores actuales más realistas; han cambiado las formas pero no el proceso”, resume. Competencia de intereses También Mireia Manresa, profesora de secundaria y de Didáctica en la UAB que dedicó su tesis a analizar los hábitos lectores de los adolescentes, cree que es importante promo-