Pan y circo
Julio César fue el que, al parecer, inauguró una tradición política que, con los siglos, ha hecho fortuna. Consistía en que, cuando había problemas sociales graves se programaba una maniobra de distracción a gran escala que consistía en repartir trigo entre la población y organizar unos grandes juegos circenses. De ahí la expresión pan y circo – panem et circenses– que ha perdurado hasta nuestros días y que actualmente puede tomar otras formas, como una bajada de impuestos, la organización de un gran evento deportivo o la emisión masiva de programas del corazón, por poner sólo algunos ejemplos al azar. Al margen de otras cuestiones, lo que evidencia esta sabia tradición es que el pan era fundamental para la alimentación, y veinte siglos después, aunque tal vez ya no sea la base, sí continúa siendo muy relevante. Sin embargo, se ha producido un cambio de gran magnitud: ese producto básico para el sustento de la población de hace más de 2.000 años se ha convertido hoy en un producto de alta gama con una cantidad asombrosa de variedades. Ese viaje, acelerado de forma muy significativa en los últimos años, y sus causas, es el tema que trata Mayte Rius en este número de ES. Pan con pan, comida de gourmets.