La Vanguardia

La pérdida de votos

- ÁNGEL SERRANO VIDA Badalona

Al día siguiente de las elecciones europeas, los partidos políticos mayoritari­os dijeron lo mismo: hemos entendido el mensaje que nos envía el electorado. Pues no, no lo han entendido, porque esta frase se repite tras cada elección. Lo que deberían es preguntars­e por las causas de este revolcón electoral que supone el descrédito de los políticos, que no de la política, la falta de limpieza y transparen­cia dentro de estos partidos, la frecuente aparición de casos de corrupción, casi estructura­l, que parecen quedar en la impunidad o la lentitud exasperant­e de los juicios que alargan hasta el infinito el final de estos procesos, las medidas económicas de recortes que asfixian a la clase media y que amplían cada vez más el grupo de los excluidos sociales, o los privilegio­s de los padres de la patria, muchos de los cuales parecen insensible­s ante la situación por la que atraviesan sus conciudada­nos. Entonces aparecen ideas nuevas, de combatir la corrupción, de solidarida­d con el resto de ciudadanos, o de mirar por el bien común en vez de llenarse los propios bolsillos de manera indecente. No discutiré aquí si son utópicas, populistas o radicales algunas de sus propuestas. Es probable que algunas sí. Pero otras son las que está clamando la calle y que los políticos clásicos no quieren oír. La utopía es utopía hasta que se hace realidad: hace más de un siglo era utópico pensar que las personas pudiéramos vernos y oírnos a miles de kilómetros de distancia o trasladarn­os volando dentro de un artilugio. Por eso lo que deberían hacer es meditar sobre por qué han perdido tantos votos y preguntars­e: ¿podemos o no podemos hacerlo mejor? Si nos convencen, entonces nosotros decidiremo­s si queremos votarlos. O botarlos.

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