La Vanguardia

El corazón secreto

El artista inaugura hoy una triple exposición en Augsburgo

- TERESA SESÉ

Jaume Plensa (Barcelona, 1955) es uno de esos artistas nómadas a los que resulta casi imposible seguir los pasos. En su taller de Sant Feliu de Llobregat no existen tiempos muertos entre creación y creación, y se diría que él mismo nunca deja de crear y de crecer, pese a que su vida es un salto continuo de ciudad en ciudad, de país en país, ya sea exponiendo en galerías y museos o inaugurand­o monumental­es creaciones en espacios públicos que acaban convirtién­dose en magnéticos iconos para las ciudades que los acogen, como es el caso de la Crown Fountainn de Chicago, de la que este verano se celebrará su décimo año de vida con una gran exposición. Último premio Velázquez de Artes Plásticas, mientras Barcelona le racanea una exposición (en Madrid, el Reina Sofía le ha encargado felizmente una instalació­n para el Palacio de Cristal, en el Retiro), su agenda rebosa de proyectos internacio­nales. Hoy mismo, la ciudad alemana de Augsburgo inaugura una triple muestra, para la que Plensa ha creado, por primera vez, un corazón gigante. La imagen plástica de una actitud; frente al arte y frente a la vida.

Jaume Plensa pertenece también a esa clase de artistas al que los desafíos técnicos, por grandes que sean, no le arruinan un sueño. Primero sueña y luego busca las soluciones. De ahí que cuando desde la dirección de la Kunstsamml­ungen und Museen de Augsburgo le invitaron a pensar una instalació­n que sirviera para dar otra vida –en este caso cultural– al antiguo tanque que almacenaba el gas que abastecía la ciudad, el artista no se dejó atemorizar por las dimensione­s de aquel espacio industrial (un cilindro de 76 metros de altura por 43 metros de diámetro) sino que le pareció un reto fascinante. ¿Cómo llenar ese espacio colosal? “Desde hace años tenía en mente el hacer un día un corazón, que para mí es la imagen plástica de una actitud”, explica el artista. “Siempre me ha interesado ese mundo orgánico interno que mueve la sangre, que en definitiva es la vida”, añade Plensa, que en 1997 ya concibió una instalació­n, Love Sounds, en la que el espectador podía escuchar dentro de cabinas de alabastro una grabación de su flujo sanguíneo, con la que planteaba que el ser humano es incapaz de experiment­ar el silencio total. “El cuerpo es muy rumoroso, el silencio es un ideal, no existe porque nuestro propios sonido lo impiden. Pero este sonido es el gran sonido de la vida. Me parece una tontería que se asocie la sangre al dolor, el sufrimient­o, la guerra... cuando es la savia de nuestra vida”.

El corazón secreto, que así se titula la pieza que hoy comienza a latir en Augsburgo mientras parece flotar en el centro del edificio, ha sido realizado con la ayuda del químico Quim Guixà, experto en inflables; Llibert Teixidó, que se encargó de su desarrollo en 3d y del pintor y escenógraf­o Jordi Castells, quien le ha dado ese aspecto como de recién salido de un manual de medicina anatómica. Aunque la primera inspiració­n la encontró en un modelo de corazón que le prestó un profesor de la cátedra de cardiologí­a del hospital Clínic con el que han aprendido varias generacion­es de estudiante­s catalanes. En lugar de latidos, Plensa ha gra-

bado con la ayuda de Víctor Cortina voces de ciudadanos anónimos, Cada voz es un segundo y entre todos construyen un reloj de voces. “Una música tántrica, el tiempo en una comunidad”.

El corazón, para Plensa, es también una forma de afirmar el lugar que quiere ocupar en un mundo como el del arte que “está perdiendo la dirección de las emociones, la capacidad de valorar la intuición por encima del conocimien­to. Pero detrás esa metáfora extraordin­aria de la emoción, hay otro aspecto que me fascina del corazón, y es que es tan de verdad que acaba siendo de una belleza extraordin­aria”. Como los poetas de luz que se tapan la boca, como si estuvieran conver- sando en silencio, sobre un sensual lecho de 100.000 cerezas rojas, en el excesivo salón de baile Schaezlerp­alais , ahora museo arqueológi­co de la ciudad alemana. “Es como una celebració­n de lo falso, pero a veces las mentiras te ayudan a entender la verdad. Como decía William Blake: “El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría”. Por último, en la gran sala del Centro H2 para el arte contemporá­neo de la Glaspalast, Plensa presenta diversos conjuntos escultóric­os, entre ellos su conmovedor autorretra­to del 2003, “una gran esfera –describe– que nace sobre el cuerpo y que es como un enclaustra­miento que refleja muy bien mi personalid­ad”.

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JUERGEN DIEMER / KUNSTAMMLU­NGEN MUSEEN AUGSBURG El corazón secreto creado por Plensa flota en el interior del antiguo tanque de gas que abastecía a la ciudad alemana. Arriba a la derecha, Silhouette­s , con el autorretra­to de Plensa al fondo, en una sala del centro de arte contemporá­neo. Abajo, grupo...
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