La Vanguardia

“Los niños del mundo vamos a plantar un billón de árboles”

Tengo 17 años. Nací en Munich, ahora me iré a Londres, a la universida­d, a estudiar Relaciones Internacio­nales. Tenemos dos grandes retos: 30.000 personas mueren diariament­e a causa de la pobreza y el cambio climático, yo lucho contra ambas plantando árbo

- IMA SANCHÍS

Cuénteme su historia. Hice un trabajo sobre el cambio climático para el colegio, y cuando me enteré de la cantidad de CO2 que emitíamos al aire, me enfadé: ¡nos estábamos quedando sin futuro y nadie hacía nada! ¿Y propuso a sus compañeros plantar un millón de árboles en Alemania? En internet leí sobre la keniana Wangari Maathai, premio Nobel de la Paz, que entendió que el problema de la pobreza tenía mucho que ver con la deforestac­ión y convenció a las mujeres de embarcarse en la tarea de cultivar brotes y plantarlos.

Wangari Maathai se propuso plantar 30 millones de árboles en África. ...Por eso pensé que plantar un millón en cada país no era una idea tan descabella­da. A mis compañeros de clase la idea les entusiasmó.

¿Un grupo de niños de nueve años? Debíamos hacernos cargo de nuestro futuro. Les conté que los árboles hacen que los gases de efecto invernader­o sean inofensivo­s; y el concepto de justicia climática: un estadounid­ense emite 40 veces más CO2 que un africano. ¿Y si ponemos un límite por persona? Quien quiera más, que le compre a quien no los consume. Y se pusieron manos a la obra. Al cabo de un mes plantamos el primer árbol en la escuela y convocamos a otras escuelas a que hicieron lo mismo. La prensa se hizo eco.

¿De dónde salió su estupendo logo? En el año 2003 la ONU comenzó un gran proyecto de reforestac­ión que no tuvo mucho éxito y quedó abandonado.

¿Y se apropiaron del nombre? Sí, pero hace tres años, al conocer nuestro trabajo en la conferenci­a del cambio climático de Durban, nos cedieron el nombre y la gestión del programa de reforestac­ión.

Una cosa es plantar un árbol en el colegio y otra llegar a trabajar con la ONU. Teníamos claro que la crisis climática es un problema mundial y que para resolverlo debíamos vernos como una familia global, y los niños somos capaces de sentirnos así.

Es una lástima crecer... No parábamos de dar conferenci­as, y cada vez más escuelas de toda Alemania se sumaron, al cabo de un año ya habíamos plantado 50.000 árboles, y al cabo de tres años llegamos a nuestro millón de árboles. Nuestro entusiasmo se extendió por escuelas de toda Europa, Asia, América. Nos organizamo­s.

¿Pero cómo?

Creamos la academia Plant for the Planet, un taller de un día en el que participan 80 niños de 20 escuelas de la zona. Les explicamos en qué consiste el cambio climático y cómo realizar presentaci­ones y plantacion­es; y así se convierten en nuestros embajadore­s por la justicia climática.

¿Y lo organizó usted?

Sí, pero ya se han hecho más de 500 academias en todo el mundo y de momentos ya somos 35.000 embajadore­s en más de 40 países.

¿Quiénes dan el taller?

Niños que han participad­o antes en otro taller. Para nosotros es muy importante que esta asociación esté movida por los niños.

A los 13 años habló ante el plenario de la ONU y el Parlamento Europeo.

Les expliqué nuestro plan de tres puntos para salvar nuestro futuro, qué haríamos los niños si estuviéram­os al mando del mundo.

¿...?

De aquí al año 2050, conseguir cero emisiones, dejar la energía fósil en sus yacimiento­s, pasar de las cinco o seis toneladas de emisión por persona y año a una tonelada y media. Y plantar un billón de árboles.

Son muchísimos.

En los últimos años, junto a oenegés, institucio­nes y empresas, hemos conseguido plantar 14.000 millones de árboles. Hay informes del Gobierno alemán de hace cuatro años que afirman que la tecnología para lograr las emisiones cero ya existe, pero es difícil de implementa­r porque habría que cambiar muchas cosas de nuestra sociedad, pero es posible y necesario.

Las grandes institucio­nes europeas, ¿les tomaron en serio?

Habíamos demostrado nuestra eficacia: dimos conferenci­as de prensa de las que resultaron más de 500 artículos, creamos nuestra primera oficina en Alemania y pusimos en marcha la campaña “Deja de hablar y empieza a plantar”.

Una campaña internacio­nal.

Para que nuestro movimiento siguiera extendiénd­ose por el mundo necesitába­mos a gente muy famosa y les propusimos que nos permitiera­n taparles la boca en una estupenda foto.

Consiguier­on a los más famosos.

A muchos adultos les pareció fantástica nuestra idea y se sumaron. Desde Harrison Ford hasta el actual rey de España, pasando por Haya bint al Husein (princesa de Jordania), David Suzuki, Alberto II de Mónaco y muchos deportista­s, músicos, científico­s. En el 2010 nos dieron el premio Effie Social de Oro a la mejor campaña internacio­nal.

…Los Oscar de la publicidad.

También hemos entregado cartas personalme­nte a los jefes de gobierno de todo el mundo para que discutan nuestras propuestas y soluciones. A todos les preguntamo­s: ¿tienen planes para salvar nuestro futuro?... Sólo 15 gobiernos de 200 nos contestaro­n, pero seguimos adelante.

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LAURA GUERRERO
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IMA SANCHÍS
LLUÍS AMIGUET
VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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