Filipinas elige a un duro para suceder a Aquino
Rodrigo Duterte, nuevo presidente con el 38,5% de votos
Filipinas apostó ayer por un populista con mano dura para que dirija al país durante los próximos seis años. El hasta ahora alcalde de Davao, Rodrigo Duterte, se erigió en el gran vencedor de las elecciones presidenciales al resultar el candidato más votado por los filipinos, persuadidos con su discurso simple y contundente sobre la erradicación de la violencia y de la pobreza, los dos grandes problemas que les afectan desde hace décadas. Un triunfo que algunos analistas apuntan que podría desestabilizar al país.
Las urnas confirmaron los sondeos previos y arrojaron un resultado contundente en las elecciones generales celebradas ayer en Filipinas. Rodrigo Duterte, el polémico candidato que había provocado el escándalo con sus propuestas extravagantes y comentarios salidos de tono durante la campaña, logró un esperado triunfo al obtener el 38,5% de los votos, con el 87% escrutado. Muy por detrás quedaba Mar Roxas, actual responsable de Interior y candidato del presidente saliente, Benigno Aquino, con algo más del 23% de las papeletas.
“Esto es una democracia, todos debemos aceptar los resultados de las elecciones. Si es mi destino ser presidente de Filipinas, lo aceptaré”, dijo anoche Duterte en
EL HIJO DEL DICTADOR unas declaraciones a la televisión local de Davao tras conocerse los primeros resultados.
Su victoria supone un giro importante en la política filipina. Es el éxito de un político que cuenta con importantes y variopintos apoyos pero que no forma parte de la élite del país. Y se ha alzado con el triunfo tras ganarse la confianza del electorado con un lenguaje crudo y realista, que llega al hombre de la calle.
El hasta ahora alcalde de la tercera ciudad del país y capital de facto de la sureña provincia de Mindanao ha propuesto sacar a la calle al ejército y a la policía para emprender una lucha sin cuartel contra la violencia y acabar con la delincuencia en seis meses. Y ha planteado, asimismo, poner fin al rápido enriquecimiento de las élites de un país donde uno de cada cuatro habitantes vive con menos de un dólar diario.
Es un mensaje de rebelión contra las dinastías político-económicas que dominan el país. Un aviso para las 40 familias más ricas que controlan el 80% de la economía de Filipinas y el 80% de los escaños del Parlamento.
Pero también es una señal inquietante, en la medida en que el nuevo presidente, que substituirá a Aquino para un único mandato de seis años, ya ha advertido que está dispuesto a cerrar el Parlamento si sus órdenes no son obedecidas.
Los votantes se han rebelado contra la élite que domina la política y la economía del país
Ferdinand Marcos jr. tenía anoche al alcance de la mano el cargo de vicepresidente
Afirmación que ha encendido todas las alarmas democráticas en Filipinas, que teme volver a la época de la ley marcial que impuso el dictador Ferdinand Marcos entre 1965 y 1986.
Un comentario que revela el poco respeto de Duterte hacia las instituciones democráticas y que
podría provocar incluso un golpe de Estado para expulsarlo del poder, con la consecuente desestabilización del país, según apuntaban los analistas más pesimistas.
Pero anoche, más que sobre Duterte, todas las miradas estaban puestas en la lucha por la vicepresidencia. Un cargo que, con el 87% de votos escrutados, parecía al alcance de la mano de Ferdinand Marcos junior, el hijo del dictador Marcos. Su posible victoria era otro motivo de inquietud para los filipinos, temerosos de un dúo formado por Duterte de presidente y Marcos jr. de vicepresidente.