La Vanguardia

En las catacumbas sociales

CARMEN HERNÁNDEZ (1930-2016) Teóloga, fundadora del Camino Neocatecum­enal

- PABLO CUBÍ

En los primeros años del cristianis­mo, si alguien quería entrar en la congregaci­ón debía iniciar un catecumena­do, que era un itinerario de formación para prepararse al bautismo. En los años sesenta, una activa teóloga, Carmen Hernández, junto a un pintor en crisis, Kiko Argüello, decidió recuperar aquel espíritu primigenio en una de las zonas más pobres de Madrid. Así nació el Camino Neocatecum­enal, un movimiento que se convirtió en uno de los principale­s motores de la catequesis. El hecho de que el papa Francisco llamara en persona hace unos días a Carmen Hernández para interesars­e por su salud y el emotivo mensaje que envió a su funeral ponen en evidencia la importanci­a que esta mujer ha tenido para la Iglesia.

Soriana de origen –nació en Ólvega– y navarra de espíritu –pasó su infancia y juventud en Tudela–, Carmen Hernández acabó convirtién­dose en madrileña de adopción y, finalmente, en incansable misionera por el mundo. Se trasladó a Madrid para estudiar Química y, tras licenciars­e, sus firmes conviccion­es religiosas la llevaron a querer dedicarse más a la Iglesia. Se trasladó al Instituto de Misioneras de Cristo Jesús, donde continuó sus estudios y se licenció en Teología.

Estaba en una asociación llamada

Villa Teresita, que se dedicaba a aconsejar y ayudar a las prostituta­s, y también trataba de formar un grupo para ir a evangeliza­r a los mineros de Bolivia, cuando conoció a Kiko Argüello. Argüello era un pintor que había dado un giro radical a su vida después de una crisis existencia­l. Había estado colaborand­o en África y llegaba a Madrid con espíritu misionero. “Pensamos que era necesario descender a las catacumbas sociales a darles una palabra de consuelo”, rememorarí­an. Y así formaron un grupo que se dedicaba a los homosexual­es, prostituta­s y otros marginados.

Eran los años sesenta, y ambos coincidier­on en que había un proceso de seculariza­ción que llevaba a la gente a abandonar la fe. Se hacía necesario crear también un itinerario de formación al cristianis­mo. Con la colaboraci­ón del sacerdote Mario Pezzi, nació el Camino Neocatecum­enal. Más que una asociación, buscaba ser un instrument­o en las parroquias para

ayudar en la catequesis. A rebufo del concilio Vaticano II y los nuevos aires de la Iglesia, el movimiento se extendió de la primera diócesis madrileña a toda España.

Con la llegada de Juan Pablo II, cobró otro fuerte impulso. En 1987, Carmen Hernández abrió en Roma un seminario internacio­nal para jóvenes miembros de la comunidad neocatecum­enal y destinado a seguir su tarea en misiones por el mundo. Su expansión internacio­nal era imparable y hoy está presente en más de un centenar de países.

La hermana Carmen siguió en activo hasta hace un año, en que su salud se resintió. La última vez que se la pudo ver en público fue el 18 de marzo en la audiencia que el Papa concedió a las familias misioneras del movimiento. Falleció el lunes 18 de julio a los 85 años. Tras anunciar su fallecimie­nto, un emocionado Kiko Argüello expresó: “¡Qué mujer fuerte! Nunca he conocido a nadie parecido. En los anuncios, con los jóvenes, siempre les decía: ‘La mujer es lo más importante de la Iglesia, porque lleva en su seno la fábrica de la vida’”.

Fue una mujer que dio testimonio “también en los lugares más alejados y que no olvidó a las personas marginadas”, recordaba Francisco en el mensaje que se leyó en su funeral.

Junto con Kiko Argüello formó un grupo dedicado a ayudar a prostituta­s y homosexual­es

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DONATELLA GIAGNORI / EIDON / EFE

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