Surrealismo estival
Sentados en la terraza del café del paseo marítimo de cualquier ciudad costera española, nos podemos entretener viendo cómo se aglutina esa diversidad de gentes venidas de cualquier parte del planeta. Son días de vacaciones, y desde el más pequeño hasta la abuelita (incluido el perro), las familias, parejas y grupos de amigos, disfrutan del cálido verano por unos días.
Entre todo ese deambular de personas, se distinguen esos peculiares vendedores que ocupan su parcela tratando de emular al mejor de los comerciantes de la zona; intentando vender esos (cada vez mejor plagiados) artículos de primeras marcas, y que la jet set ha puesto de moda.
Las dos caras de esta chocante realidad la podemos descubrir a pie de playa; centenares de gentes se entremezclan a la vez con ese permisivo submundo que, en connivencia con los que interactúan, vendedor, comprador y agentes de la autoridad, escenifican esta breve actuación tragicómica. Jugar a policías y ladrones en esta pantomima policial del paseo marítimo nos evidencia el surrealismo estival y playero que nos ocupa. JESÚS SÁNCHEZ-AJOFRÍN Albacete