La Vanguardia

“Debemos preservar nuestro patrimonio marítimo-fluvial”

- VÍCTOR-M. AMELA

Dicen que tengo 60 años. Nací y vivo en Barcelona. Soy y me siento médico otorrinola­ringólogo. Vivo en pareja y entre los dos sumamos cinco hijos. Pienso en democristi­ano. Soy cristiano sin dudar. Tengo una de las mejores coleccione­s del mundo de cámaras subacuátic­as

Un otorrino buceando? He buceado muchos años, mi gran pasión. Ahora colecciono cámaras submarinas: tengo una de las más importante­s coleccione­s del mundo. Mira estas piezas, de Hans Hass, de Cousteau, de Petron...

Creía que bucear puede dañar el oído. Hay que saber compensar los efectos de la presión en el oído, pero sí: afecta. Ahora mis pasiones están en la superficie.

¿Qué hace? Preservo nuestro patrimonio marítimo y fluvial, tanto material como inmaterial.

Pero usted es otorrino, insisto. Mi padre fue mi gran maestro. ¡De él aprendí a dar atención plena a cada paciente! Y la medicina me devolvió a la oceanograf­ía.

¿Cómo fue? Hacía fotos para libros de medicina... y pasé a la imagen submarina, el mar es mi pasión.

¿Qué le ha enseñado? Conviene tener a punto un cuarto de juguetes grande, ¡y el mío es el mar! Me ha enseñado historias, artes de navegación, de pesca, vida marina, costumbres, recetas...

¿Cuál es su navegación favorita? La de vela latina, el slow sailing de embarcacio­nes tradiciona­les: la idónea para calas mediterrán­eas. He acompañado a pescadores tanto de día como de noche a la luz...

¿A la luz? Unos herrajes en la popa de la barca contenían teas encendidas, atraían así a las sardinas. Luego lámparas de carburo, a gas, eléctricas... Me han contado muchas historias...

Comparta una. En la posguerra, los pescadores intercambi­aban las sardinas por arroz o judías. Y las sobrantes las daban de comer a los cerdos, pues no podían darles maíz o pienso. ¡Aquella carne porcina sabía a pescado!

Tiempos crudos... He sido muy feliz navegando y pescando por el golfo de Sant Jordi y el delta del Ebro, allí el tiempo está detenido… Presencié aún la vieja técnica de pesca llamada a batre.

¿En qué consiste? Disponían una larga red en espiral y batían el agua con palos: asustados, los peces eran conducidos hasta el final, donde se entierran. ¡Ves sus ojos y los coges con la mano!

Muy artesanal. Con aquellas redes de algodón blanco que cada semana teñían de marrón con corteza de pino en el tintador.

¿Por qué hacían eso? El pez las veía menos y eran más resistente­s. Las teñían los sábados por la tarde. Y luego se lavaban a fondo para ir al baile.

Una visión muy romántica, ¿no?

Y a la vez dura. ¡Cuántas viudas y huérfanos, entre la marinería catalana! Por eso se ayudaban mutuamente tantísimo: tenían redes y artes comunales, ayudas a viudas, mayores... Las mujeres controlaba­n todo eso.

Dice conocer recetas de guisos...

Las básicas son sopas y suquets de pescador: aceite, ajos, pan duro, quizás pimiento seco, el pescado del día… A veces arroz o fideos, para alargar el guiso, y vino. Ah, y lo xiquet de

bordo cuidaba del fuego del hornillo.

¿Un chavalín?

De unos ocho años, que repartía la bebida y encendía los cigarrillo­s, era el culpable de todo y recibía las bofetadas.

Eso es ya historia.

Es un patrimonio cultural muy valioso que debemos legar a nuestros hijos: por eso recojo historias e imágenes, artes de pesca, reconstrui­mos y escenifica­mos técnicas...

¿Desde cuándo disponemos de filmacione­s subacuátic­as?

En España, desde 1945 con el doctor Adler, después llegaron los pioneros del CRIS, con Eduardo Admetlla, y muchos y muy buenos cámaras submarinos de nivel internacio­nal.

El gran salto llegó con Cousteau...

Entendió su papel de divulgador: en 1956 ganó la Palma de Oro de Cannes con El mundo

del silencio... ¡no siendo tan silencioso!

¿No?

Bajo el agua, los sonidos se propagan cinco veces a mayor velocidad que en el aire. He oído romperse el coral con los bocados de los peces, o el sonido de sus vértebras al virar. ¡El mar está muy vivo y vibrante!

Y lleno de tesoros.

Sí, mi amigo Petron ha filmado el Titanic a cuatro mil metros de profundida­d. Sus cámaras forman parte de la colección.

¿Y tiene usted algún proyecto?

Mostrar nuestro patrimonio marítimo al mundo. Preparo con la facultad de Bellas Artes de Barcelona un máster de Arte Olfativo (www.ub.edu/artolfacti­u).

¿Arte olfativo?

De todos los sentidos, el olfato es el menos explotado. ¡Y es nuestro sentido más antiguo! Evolucionó desde la célula primitiva, y nos sirvió para identifica­r qué comer y qué no, para saber si alguien es cercano, o deseable sexualment­e, o está enfermo...

¿Y bajo el agua?

También opera el sentido del olfato; díselo a los tiburones y a tantas otras especies, y no olvides que muchas esencias perfumadas se conservan en agua... Quiero promover una exposición multisenso­rial, donde los olores provoquen sensacione­s artísticas, donde la estética evoque aromas.

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LAURA GUERRERO

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