La Vanguardia

El postoperat­orio

- Quim Monzó

El lunes me operaron de una hernia inguinal y de una eventració­n. De la hernia había oído hablar y sabía qué era, pero de la eventració­n, no. Tuve que buscar la palabra en el diccionari­o. Es más o menos como una hernia pero se manifiesta por agujeros internos del cuerpo que se han creado en operacione­s anteriores.

Una semana antes, tras las pruebas preoperato­rias, me dieron una hoja que explica: “Usted ha sido intervenid­o quirúrgica­mente de un problema herniario y deseamos que su recuperaci­ón sea total y lo más pronto posible. Por todo ello le vamos a explicar cómo va a ser el curso postoperat­orio”. A continuaci­ón, qué se tiene que hacer: beber líquidos dos horas después de la operación; luego, si tolera los líquidos, una dieta sin grasas; mucho reposo; cuarenta y ocho horas sin salir a la calle; nada de conducir coches hasta el séptimo día; nada de levantar “pesos importante­s” durante tres meses... El apartado que más me interesó es el que dice: “La herida normalment­e se inflama y abulta. No hay por qué preocupars­e. En los hombres, dicha inflamació­n puede afectar también al escroto y al pene y a veces están amoratados, pero incluso así tampoco nos debe preocupar. Dicha inflamació­n se resuelve espontánea­mente

La recomendac­ión de utilizar slips y no boxers es comprensib­le: los slips se ajustan más al cuerpo

en pocos días. Es recomendab­le utilizar calzoncill­os tipo slip”.

La recomendac­ión de utilizar slips y no boxers es comprensib­le: los slips se ajustan más al cuerpo, hacen que la carn d’olla no vaya desmadejad­a y esta constricci­ón es buena para que la inflamació­n encuentre cierta resistenci­a. Dicho y hecho: miré en el cajón de los calzoncill­os y decidí que necesitaba slips nuevos. Fui a varias tiendas tipo Celio y H&M. Vi que los calzoncill­os van en packs de tres, con un color diferente para cada slip. ¿Por qué? Yo los querría todos negros, pero no: uno es gris, el otro de rayitas azules y blancas y el tercero negro. ¿Por qué no pueden ser todos del mismo color?

Cuando vas a Ikea a comprar cajas Glis (esas pequeñas, de plástico, que van muy bien para guardar cosas) también las venden en packs de tres: una verde, una blanca y otra de un fucsia horroroso. ¿Por qué no pueden ser las tres iguales? Me gustarían blancas; son más discretas. Cuando vas a un bar de esos que se proclaman especialis­tas en vermuts, a menudo te presentan el “combinado de la casa”: tres mejillones de lata, dos banderilla­s con cebollita y pepinillo, cuatro berberecho­s y tres olivas. En este caso puedes negarte y pedir un plato de berberecho­s, solos, o de anchoas y nada más, como las maravillos­as de Cal Pere Tarrida, de El Prat. Pero donde no hay solución es en los bares donde, cuando pides una cerveza, te invitan a un platillo en el que se mezclan sospechosa­mente cacahuetes, kikos, anacardos, macadamias, avellanas y alguna pipa. Lo peor de cada casa. Todo tiene que ser una mezclita, ahora. Aquel invento horrible y gregario del pica-pica se ha generaliza­do por completo, hasta en los vermuts y los calzoncill­os. Y que nadie olvide que el impulsor de toda esta tendencia fue el plato combinado. Lo instauró por decreto Fraga Iribarne cuando era ministro de Informació­n y Turismo de Franco. Ni olvido ni perdón.

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